viernes, 12 de diciembre de 2014

Poemas de Hill, de Gálvez, Silva y Carriego

Joe Hill


(Suecia, 1879 – Estados Unidos, 1915). Cantautor y caricaturista, activista anarco-sindical de Trabajadores Industriales del Mundo (IWW). Sus canciones están marcadas por un tono popular que llama a las reivindicaciones de los trabajadores, especialmente, de los inmigrantes. Tras haber sido acusado de asesinato, en hechos que aún son confusos, fue ejecutado en 1915. Antes del fusilamiento exclamó ante sus camaradas: "¡No lloren por mí, organícense!"


Mi última voluntad

Mi voluntad es fácil de decidir,
porque no tengo nada que legar.
Mi piel no necesita ser llorada...
"el musgo no se adhiere a las piedras rodantes"
¿Mi cuerpo?: Si pudiera escoger
lo reduciría a cenizas
y dejaría que las brisas arrastrasen
mi polvo a donde crecen las flores.
Quizá alguna brotaría de nuevo,
volvería a la vida y florecería.
Ese es mi último y final deseo,
buena suerte a todo el mundo



Pedro Luis de Gálvez



(Málaga, 1882 – Madrid, 1940). Poeta, narrador, ensayista, periodista y agitador político. Desde su infancia mostró un rechazo a las instituciones escolares, siendo expulsado de varias de ellas. A partir de este momento comenzó una vida de aventurero y bohemio que lo llevaría a la cárcel y a despertar su vocación literaria. Tras haber sido víctima de una anónima delación, fue fusilado en la cárcel de Porlier el día 20 de abril de 1940, cuando ya se había instalado el fascismo.

Al pueblo

Nunca tienes razón cuando te quejas
porque eres tú, con tu cobarde mano,
quien sustenta el orgullo del tirano,
y construyes las horcas y las rejas;

la red en que te prende le aparejas,
nace el verdugo de tu mismo grano;
que te mate los hijos y el hermano
y prostituya a tu mujer le dejas.

¡Alza tu dignidad de tanto lodo!
Muerde el pie que te ponen en la boca,
que, queriéndolo tu, lo puedes todo.

Y vigílate a ti, porque algún día
no te parezca la fortuna poca
y engendres una nueva tiranía.



Víctor Domingo Silva


Nació el 12 de mayo de 1882 en Tongoy, Chile. Junto a otros escritores fundó el Ateneo de la Juventud de Valparaíso y la Universidad Popular. Se desempeñó como periodista de El Mercurio de Valparaíso, en donde escribía con el seudónimo de Cristóbal de Zárate. Reconocido por sus inquietudes como luchador político y por su enorme popularidad entre los trabajadores de la pampa salitrera, en el año 1915 fue elegido diputado por la primera región. Recibió el Premio Nacional de Literatura en el año 1954 y el Premio Nacional de Teatro en 1959. Murió en Santiago, el 20 de agosto de 1960. Durante un periodo de su vida tuvo vinculación con el anarquismo, de cuya época es el presente poema publicado en el periódico, Agitación, el 12 de agosto 1905.


¿A dónde vas?

I

-¿A dónde vas? Le pregunté al hombre,
deteniendo el intrépido corcel:
- Voy a la guerra a conquistar renombre
-me respondió -
mi afán es el laurel.
Voy en pos de los campos de batalla,
Donde dobla el valiente la cerviz,
o coge la medalla
que cubrirá la honrosa cicatriz!
- ¡Parte! Le respondí.-
Vierte sin tasa los torrentes de sangre…
Ese es el fin
del nefando delirio que te abrasa:
¡preparar de los cuervos el festín!
¡Parte! El plumón de tu penacho ondea
bajo el soplo infernal.
¡Ve, y labra en el horror de la pelea
el mármol de tu regio pedestal!…


II

- ¿A dónde vas?
Le pregunté. Y el viejo
me respondió, mostrándome una cruz:
- Voy a verter la luz de mi consejo
en muchas almas sin amor ni luz.
Voy a caer de hinojo
sobre las santas gradas del altar.
Voy a elevar los ojos.
¡el corazón al cielo…Voy a orar.
- Ve a orar, ¡oh sacerdote!
Reliquia de una edad que ya se fue
Cuando tu labio la plegaria brote
henchida por el soplo de la fe,
flotará esa oración por las ojivas
del templo secular
¡ahí! Y las almas, ante Dios altivas,
ya no sabrán temblar.

III

- ¿A dónde vas? Le pregunté. Y el pobre
me respondió: - Señor,
mira mi barca tan tranquila sobre
la mar…soy pescador
Voy a tender al bullidor enjambre
de incautos peces la engañosa red,
y tendré el pan que calmará mi ser…
- Ve, ¡pobre pescador! Y no recuerdes
los misterios del mar,
del fiero mar que entre sus olas verdes
todo lo quiere, todo, sepultar…
Que el cáñamo se abrume
con la carga del pez
que esparcirá mañana su perfume
en la mesa suntuosa del burgués…
Ve, pescador, si el barco se destroza
Ya pondrá la virtud
Un crepón en la frente de tu esposa
O un clavo en el tablón de tu ataúd…



Evaristo Carriego


(Entre Ríos, Argentina, 1883 – Buenos Aires, 1912). Como poeta frecuentó diversos medios literarios y cafés donde se discutía sobre el modernismo, las nuevas ideas políticas y se configuraba la estética tanguera (en muchos casos alimentada por el anarquismo). Fue cercano a la redacción del periódico anarquista, La protesta. Estuvo muy influido por el espíritu romántico, la provocación modernista y por las historias de arrabal. Sus libros más recordados son: Misas herejes (1905), El alma del suburbio (1908) y La canción del barrio, este último, publicado póstumamente.   


El clavel

Fue al surgir de una duda insinuativa
hirió tu severa aristocracia,
como un símbolo rojo de mi audacia,
un clavel que tu mano no cultiva.

Quizás hubo una frase sugestiva,
o viera una intención tu perspicacia,
pues tu serenidad llena de gracia
fingió una rebelión despreciativa...

Y, así, en tu vanidad, por la impaciente
condena de un orgullo intransigente,
mi rojo heraldo de amatorios credos

Mereció, por su símbolo atrevido,
como un apóstol o como un bandido
la guillotina de tus nobles dedos.



Sarmiento

Una luz familiar; una sencilla
bondadosa verdad en el sendero;
un estoico fervor de misionero
que traía por biblia una cartilla.

Cuando en la hora aciaga, en el oscuro
ámbito de la sangre, su mirada
de inefable visión fue vislumbrada
y levantó su voz, a su conjuro,

en medio de las trágicas derrotas
y entre un sordo rumor de lanzas rotas,
sobre las pampas, sobre el suelo herido,

se hizo cada vez menos profundo
el salvaje ulular, el alarido
de las épicas hordas de Facundo.




A Doña Sylla da Silva

Si de estas cuerdas mías, de tonos más que rudos,
te resultan en ásperos sus rendidos saludos,
y quieres blandos ritmos de credos idealistas,
aguarda delicados poetas modernistas

que alabarán en oro tus posibles desdenes,
coronando de antorchas tus olímpicas sienes,
devotos de la blanca lis de tu aristocracia,
con que ilustro los rojos claveles de mi audacia,

o espera, seductora, decadentes orfebres
que graben tus blasones en sus creadoras fiebres:
trabajo el acero de temples soberanos:
los sonantes cristales se rompen en mis manos. 



Estos poemas son tomados de la Antología de Poesía Anarquista, publicada en Colombia en 2013 por Un gato negro Editorial.