lunes, 21 de diciembre de 2015

"Cuchillo de luna" de Cristo García Tapia


Nos llegan libros, nos asedia la palabra, nos conmueven aquellas voces que también se detienen ante el vértigo o quizás, sin remedio, lo transitan. 
Este camino no cesa, y lo celebro aunque descubra nuevamente las heridas. La poesía sigue hablándonos desde su esquiva trinchera y hoy viene poderosa como en un "Cuchillo de luna", el poemario de Cristo García Tapia (edición de autor, Sincelejo, 2010).
Con el autor apenas cruzamos unas palabras pero pronto sentimos el encantamiento que propicia la filosofía-poesía, esa inquietante propuesta creativa que aunque no sea la más notoria, sí es la que más potencia condensa para este inagotable lector.
Tuvieron que pasar un par de meses para que la lectura de "Cuchillo de luna" se fuera depurando y me animara a hacer una selección de poemas para compartir con los lectores de este blog.
Cristo García nació en Chocó, Sucre (Colombia). Es poeta y periodista (actualmente tiene una columna virtual en periódico El Espectador). Ha publicado los poemarios: "Salutación y tedio", "Caminante en la palabra", "Las posesiones del reino", "Memoria de la luna de Mamá" y "El versionista" (crónicas periodísticas).
Aquí una muestra de su fuerza poética.


El espacio en el que una extraña fuerza nos arroja

Uno amanece en otra geografía
y es como si el tiempo jamás hubiese alumbrado
el espacio en el que una extraña fuerza nos arroja

múltiples veces he pernoctado en ciudades que no respiran
ni me hablan y siempre soy el extraño que pasa por los mismos
lugares

por idénticos rostros que son otros
sin señales ni destellos de alguna luz que nos 
alumbre

en ese promontorio de hierro todo me es extraño
cuerpos y luces temblorosas, exhalantes, distantes como hielo
aunque hiervan y quemen con sus vapores de azufre


Entre paréntesis

Al pie de un texto, entre paréntesis (1951), mi fecha de nacimiento
una o dos alusiones y seguir viviendo al margen, escondido adentro
de mí
             es todo lo que pido por heredad a la Poesía

un clavo en la pared para colgar el almanaque del año en curso. O
un retrato. Un tupido bosque de fantasmas vegetales para ocultar
mi desnudez

ya muerta, la voz de mamá contándome sin verla otras historias, el
olor de los aguaceros de agosto, el prodigio de la lluvia en el alar de
la cocina, el zumbido de los abejones anunciando que alguien está
por llegar

quizá papá o uno que va a morir y viene a despedirse. A preguntar si
se me ofrece algo en la otra vida, alguna deuda por cobrar, una carta 
de amor, el nombre de alguien ya olvidado

              el color de los muertos

diáfano en mis párpados el cielo poblado de azucenas que mamá
cultivaba sin afanes, el canto de grillos y chicharras extraviando el 
paso de las ánimas

una luna sin límites espantando las brujas que carcajeaban sobre
los techos
y entre dos luces imploraban el conjuro que invisibles las volviera
a sus moradas allende mi pequeño mundo de bahareque y cañabrava


Lenguajes

¿Quén conoce los lenguajes de la noche...
cuáles son sus signos, sus señales
cuáles sus voces, sus sonidos

a qué horas hablan
quién les presta oídos a deshoras
y los limpia de óxidos y ruidos pesados

en qué lechos copulan
con quién duermen, a quién desvelan
por qué ventanas saltan en la madrugada

quién ha visto los lenguajes de la noche
quién sus colores
sus bocanadas de besos a dónde van

a quién dirigen sus miradas, sus súplicas
en qué fuentes beben y apaciguan su cólera
en qué tizones prenden su luz?


Bocas ardiendo en la nieve del deseo

Más allá del cuerpo está el vacío y otra sucesión de cuerpos
asomando inertes, la noche abandonada, huérfana de gemidos
de bocas ardiendo en la nieve del deseo

más allá del cuerpo y sus cuchillos sólo hay un eco sordo
duro como una roca, ninguna luz, lámparas ciegas
Nada que apaga el hervor de la sangre


Cotidiana fatiga de las cosas

Exhalan su fatiga cotidiana las cosas
Dios también
el aire expele su bocanada final
levantan los pájaros su último vuelo

sin la dolorosa resignación de los arrepentidos
va cediendo la luz a la fatalidad de las sombras
a punto de escribir su epitafio atardece el hombre


Quimera

Bajo la acechanza de la Quimera vive el hombre
extraviado en sus laberintos nunca alcanza la otra orilla
en su resplandor la noche germinal se vuelve cicatriz
luna de muertos



Imágenes tomadas de la circulación libre en la red


domingo, 6 de diciembre de 2015

Poemas de Jorge Figueroa


Jorge Figueroa es un cantautor, trovador y poeta argentino, nacido en Santiago del Estero. Ha publicado los libros "Ruido pasajero", "Silencio abierto", "Hay un lugar" y En mi menor". Ha desarrollado su labor literaria en diversos frentes (grupos literarios, revistas y ciclos de trova y poesía) especialmente en la zona oeste del Gran Buenos Aires.
En días pasados recibí su más reciente libro, "En mi menor", publicado en 2013 por Macedonia Ediciones.
Encuentro en este trabajo una voz aferrada a las imágenes sugeridas, casi que inacabadas pero proponiendo siempre un diálogo (necesario) con el lector. Su expresión es breve, muy íntima y despojada de grandes pretensiones. Sin embargo, no está exenta de reflexiones que buscan ser más universales, con un tono de descreimiento y crítica. En cierta forma, en el libro hay un homenaje al lugar donde Jorge Figueroa ha vivido la mayor parte de su vida: la localidad de Hurlingham, de la cual se muestra la estación del metro, en una foto tomada por el mismo autor.
Luego de la lectura de "En mi menor", seleccioné unos poemas para compartir.





*
Ante tanta sed declino.

Voy a ver las flores,
a besar a mi madre,
a traducir sus miedos.

Pero ella
está consigo misma
cansada y sola,
tiene en sus labios
todas las palabras
que me faltan.

*

Aquí
la sombra de mis hermanas
y la tonta travesura
de no vernos más.

Aquí
junto a las penas,
puentes de infancia
y canciones olvidadas
con el verbo que todavía
no sabemos conjugar.

*

Parece haber llegado de beber
media eternidad de olvido.

Con sus flancos descubiertos
hace de mí un suicidio.

*

Este vaivén que nos detiene
hace de nosotros simulacros.

*

Lagos de mil ausencias
curvan en mí
tus secretos de agua.

Sentado, al alba,
seré tu aguacero.

*

Un país de lluvia
que despierta por las noches
me viste con sogas
sobre el vientre
de los desaparecidos.

*

Me causan miedo
la memoria
y los trenes vacíos.

Me encuentro
perdido
en las miradas huérfanas
de los que vivimos esperando.

*

Somos mapas desplegados
de viajes que nunca fueron,
ciudades que pintamos a mano.

Somos el olvido
medallitas sin bendecir
en una silla esperando a Dios.

Nos quedó
la mitad del vaso vacío
pero estamos juntos
esperando morir de nuevo.

*

Sonrío de costado
como si fuera
a morir sin mí.

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Y para cerrar esta entrada, les dejo una composición de Jorge Figueroa: "A buscar caminos", la cual le da título a su CD.


Imágenes tomadas de la circulación libre en la red.