viernes, 23 de abril de 2010

Corazón de Otoño




Prólogo de Eduardo Gómez

Esbozo de un proceso poético

La evolución de Omar Ardila como poeta ha sido subterránea, marginal y discreta, no sólo por sus escasas publicaciones, sino por su indiferencia respecto a la figuración en los medios, incluyendo el medio literario. Quizás influyó en ese bajo perfil, la conciencia que el joven poeta tenía de que su poesía estaba aún en una búsqueda primaria de temas y modos de expresión. Ese hecho se explica porque Omar Ardila se ha apartado desde el comienzo, de una espontaneidad lírica fácil y en el estilo de la “confesión” personal. Desde su iniciación, y aún en los momentos más difíciles de su escritura, se percibe en él la necesidad de expresar vivencias reflexivas que le sirvan de catarsis para vislumbrar una espiritualidad más serena y objetiva en medio de un país tan abrumador como la Colombia violenta, corrompida y frívola de hoy. Se siente caminando solo entre seres fantasmagóricos (ya que no propiamente entre prójimos, camaradas o hermanos) que han dejado la guerra, la miseria y la frustración, los cuales se mueven medrosos “temiéndole a los ojos de los muros”, escudados “en la máscara del transeúnte anónimo” o que saben que “es preciso callar para seguir en pie junto al dios que bendice los ejércitos”.

Estando aún en plena juventud, Ardila manifiesta una precocidad otoñal, ostensible ya en el título y en el primer poema, Ícaro en el vacío, donde dice que “despertamos en una galaxia envejecida… donde los cuerpos sin memoria son condenados a la muerte en la primavera de sus años azules”. Sin embargo, a diferencia del nihilismo y la impotencia reinantes, el poeta no se entrega y declara que en “el tiempo de la caída” es cuando precisamente podemos vislumbrar mejor “la ruta del ascenso”. Para expresar en forma adecuada esta voluntad de ascenso y de salir de los círculos viciosos del que vive para sí mismo, Omar Ardila rompe las estrecheces del verso tradicional y se abre a la amplitud flexible y ambiciosa de periodos largos y sentenciosos, que son más aptos para temas y vivencias que reconocen la presión y la amenaza (casi siempre macabra o dramática) de una “sociedad que resulta antisocial”. Progresivamente, el poeta accede hacia el final del libro, a experiencias más significativas y entrañables: comunión con la naturaleza, la superación del mito opresivo de Dios, la inocencia sabia de los aborígenes.

En uno de los poemas más logrados del libro, Abjuraciones, descubre cómo la idea de un Dios por encima del Hombre, va muriendo al confundirse y fusionarse con los destinos del hombre concreto, que es quien en realidad ha creado ese fantasma supremo:

“El hombre dejó de interesarse por Dios,
desde el día en que a éste
se le ocurrió abandonar su transparencia
para morar en un púlpito.

¿Cómo creer en aquel
que hoy lleva nuestra mismo lastre?”


El mito de Dios ha sido absorbido progresivamente por su creador, y se muestra cada vez más como engendro de los miedos e impotencias humanos: “Ahora llora con el hombre… ha sentido el pecado en su cuerpo… lleva a cuestas sus alas rotas… vive el abandono en que sumergió a los hombres”. De modo que está llegando el fin de “tanta ceguera” y “tanto extravío”, que han desperdiciado y consumido la preciosa oportunidad de la existencia.

Ya más reconciliado con su destino terrenal y humano, Ardila tampoco le da el triunfo a “la ceguera de la razón” unilateral y empobrecedora, y se vuelve emocionado (en poemas como Recapitulación, Raíces, Relato del árbol exhausto y Cosmogonía Kogui) a la naturaleza espléndida en que transcurrió su infancia y a sus ancestros. Ese reconocimiento lo hace renacer en un mundo todavía virginal y pleno de energía vital en el que quizás podrá resolverse la inquietud de la pregunta: “¿Cuándo seré respuesta para volver a preguntarle por mi noche a la deshabitada existencia?”.

Eduardo Gómez


Primer Poema del libro


Ícaro en el vacío

Cuando la soledad inunda el vientre de las horas.
Cuando los rostros discurren solitarios en las calles con ojos insidiosos.
Cuando el aire saturado invoca el fragor de la inocencia.

Un instante para perderlo todo, para sentir el hastío de Dios.
Un instante con las alas rotas.

Como Ícaro en el vacío, sin noche a la espera de sus huesos, volvemos a llenar la copa del silencio con la voz apagada por las constantes fugas.
Ese gesto pueril de las palabras alentadas por el odio, se apodera de nuestra máscara y le confiere ritmo.

Despertamos en una galaxia envejecida, inundada por el dolor de los príncipes malditos, donde los cuerpos sin memoria son condenados a la muerte en la primavera de sus años azules.

– Música ondulante en el desierto carnívoro
es el eco de los suburbios que naufragan en la peste –.

Mas en el tiempo de la caída vislumbramos la ruta del ascenso.
Ahora, esperamos al otro lado de la luz, donde se cruzan todos los retornos y los abrazos acompañan la jornada interminable del sol.

miércoles, 21 de abril de 2010

Alas del viaje en un instante 6




LA VERTICALIDAD DEL INSTANTE


“Me indagué a mí mismo”


Heráclito de Éfeso



I

1. La vida: una presencia que indaga la ausencia.
La muerte: una ausencia que impone su presencia.

2. ¿Es tan inevitable la vida como lo es la muerte?.

3. Vivimos porque estamos adaptados a la vida.
¿Igual, nos adaptaremos a la muerte?.

4. Vivo la muerte ahora, ya que cuando muera,
no habrá ocasión para vivirla.

5. La vida: versión estética del caos
y de la muerte.



II

6. Estoy sumergido en la inconsciencia,
y desde la inconsciencia, subvierto la conciencia. .

7. La primera instrucción me llevó a la muerte,
y como muerto, voy instruyendo la muerte.

8. Renunciamos a la máscara que nos suplanta el rostro,
y encontramos que, el rostro es la mayor máscara.

9. Repetimos la inconsciencia,
cuando nos creemos conscientes.

10. Me busco incesantemente
pero cuando me encuentro, ya soy otro.



III

11. Invocamos la justicia.
¿Acaso conocemos la justicia?.

12. Lo conocido, nos da alguna seguridad que,
enseguida nos desconoce el nuevo instante.

13. Innumerables caminos, una sola la meta.
Pero la meta, está antes que el camino.

14. Incluso, el último movimiento,
puede ser el primer movimiento.

15. Todo cuanto creemos poseer
no alcanza a ser más que nada.



IV

16. Busco a Dios, me busco a mí mismo:
dos rutas extraviadas confirman mi extravío.

17. Dios ha asumido su inexistencia.
El hombre no se cansa de crearlo.

18. Descubrir lo sabio en una palabra: ¡todo!.

19. ¡Existimos!
...en la ficción de la existencia.

20. He venido juzgando los juicios
pero todos, ya estaban precluídos.


V

21. Como el universo,
el fuego crece devorándose a sí mismo.

22. El aire aviva al fuego, la tierra alberga al fuego, el agua refresca al fuego
y, el fuego todo lo consume.

23. El sol prefiere la novedad de cada movimiento,
aunque en el mismo instante, todo se detenga.

24. Basta un movimiento para dejar de ser.
¿Dejar de ser, lo que acaso ha sido?.

25. ¡Permanecer!
...pero moviéndose.



VI

26. Morir, con la conciencia de
¡tan sólo estar muriendo!.

27. Ir más allá del abismo y recordar un solo pensamiento:
el trasegar por el abismo.

28. De todas formas perdemos la vida,
con la muerte ó con la vida.

29. Volvería a vivir
...pero para no ser.

30. Todo puede cambiar al final de esta frase.
¿Ó es esta frase, la que esta cambiando todo?.



ALAS DEL VIAJE EN UN INSTANTE


El instante, es un evento múltiple con expresión de unidad. Es el movimiento que sigue al movimiento y que a la vez, es seguido por otros movimientos -- secuencias irregulares y atemporales --.

Adentrarse en esta variable del tiempo fragmentado, es robarle a la memoria su lineal posibilidad para emprender un viaje silencioso hacia el centro del olvido, del olvido del tiempo, del olvido del cuerpo, del olvido de la suma de todos los olvidos – ¡recordarlo todo y olvidarlo! --; es también, la apertura silenciosa hacia otras formas de caída, hacia otras formas de ascenso: un recorrido vertical en el que no se pretende ir o venir, llegar o partir.

Aquel viajero, desprendido de todo, sólo es consciente de sus alas que no dejan de vibrar, aunque dicha vibración, termine consumiéndolo para darle paso a la vibración de otro capullo luminoso, dueño del nuevo instante.

La palabra que habita cada instante halla su límite, y vuelve sobre sí misma. Asume el vértigo de nombrar a destiempo y quedar por fuera de su propia creación: el significado. El sentido resulta siendo proferido, con señales asignificantes.

Alas del viaje en un instante 5




EL INSTANTE

“Mueren cien años en un instante,
lo mismo que un instante en un instante.”


Antonio Porchia


XXX

La eterna soledad de la silla me indaga:
desata la tortura de la palabra inacabada;
transita en el silencio
de piedras arañadas por buitres hambrientos;
me inactiva,
mientras vibra
en frenética danza;
domina la esperanza
y me sumerge en la congoja
de los crujientes huesos.

Y la noche no llega,
y el filamento no se enciende,
y la música no irrumpe,
y se va consumiendo la luminosa tarde.

Y un nuevo visitante
-- dueño del nuevo instante --,
me detiene el ensueño
ante la solitaria silla que me indaga.


XXXI

Un nuevo día que no avanza
en el pétreo cuarto.
Los espacios se ausentan
en su habitual ausencia.
Los sueños se pierden
en su propio recuerdo.
La música que parece cercana,
no da tiempo para enseñarle el oído.
Y el amor se derrumba,
cuando intenta llegar liberado del tiempo.

Frente al espejo de los ojos
transcurre la eterna tarde.

Junto letras inexistentes
para aferrarme a una voz,
y sólo encuentro,
los instantes vacíos
desprovistos de palabra.


XXXII

No poseer un número.
No pronunciar una palabra.
No comunicar el silencio.
No concebir la nada.

Pero
la vida inventa todo.
Incluso,
el instante de la muerte.


XXXIII

¿Para que sirve el impulso
que se consume en un instante?

¿Y para qué una plegaria
que orienta la confianza
hacia otro instante?

Todo impulso liberado
tiene su conclusión en la nada.


XXXIV

Para mi Padre

Cada instante, “la incesante partida”.
Cada partida, la muerte del instante.
Cada instante, se afianza con la ausencia.
La ausencia, que es la vida.

Unas vidas jugadas
en la razón de la muerte y su posibilidad.
Unas muertes que no saben
si son posibilidad o eterna razón.
Una razón que reclama
por sólo ser ausencia.
Una ausencia que no logra
rebasar su dinámica racional.

Una palabra
que escruta
lo inescrutable.


XXXV

La proyección del instante
no alcanza la sombra del siguiente.

Solamente vislumbra
la posible existencia,
y conserva el recuerdo
del que acaba de fugarse

...hacia otro recuerdo
que no existe.

Alas del viaje en un instante 4




EL VIAJE

“¡Oh, alegría!...Mi abismo habla.
¡He vuelto hacia la luz mi última profundidad!”

Friedrich Nietzsche


XXII

Voy juntando raíces con raíces de otros
en el vientre de la tierra.

Una alquimia impoluta
impregna los deseos.

El silencio aguarda
con un vuelo pausado de imágenes.

La simiente brota en el silencio
y alimenta los campos.

Espero el nuevo viaje
...hacia el centro del instante.


XXIII

Conozco el vivir,
aunque esté muerto desde siempre.

Preparo el paso
hacia la inmortalidad del caos musical.

Aguardo la abrasiva sombra,
en la solitaria calle de los sepulcros.


XXIV

El sentido,
aparece como esencia.

La magia,
ausculta el sentido.

La verdad,
duda de sí misma.

…Y el discurrir,
continúa olvidando el sentido.


XXV

Recobra impulso la palabra
para volverse a verter
sobre el cuerpo olvidado.

Regresa el castigo de la ausencia
para los días iguales.

Un largo delirio
inmoviliza los sucesivos intentos.

Es preciso salir
con las manos en alto
y sobre ellas,
un altavoz
que traduzca los silencios.


XXVI


Estoy detenido en una isla
que le teme al océano.
Me acompañan los fantasmas terrestres
que nunca han salido de viaje.
Todos los caminos me abren las puertas,
pero tengo miedo de mí mismo.
Busco la profundidad de las formas
en cada movimiento,
y nada consigo.

Tampoco,
logro asir el tiempo
con los números,
que no sé dónde existen.

Continúo partiendo
sin saber hacia dónde.

Aferrado a la inconsciencia
que no me deja morir,

¡aunque esté muerto!.


XXVII

Voy a un encuentro…

¿Con la prolongación de mi sombra?
¿Con el deseo reprimido?
¿Con la voz vertida hacia dentro?
¿Con el reflejo de mis ojos?
¿Con la brecha sembrada por mi esperma?
¿Con la fisura de mi única palabra?

¿Con el número?
¿Con lo inexacto?
¿Con la pureza?
¿Con el sonido?
¿Con lo silente?
¿Con la armonía?

¿Con el guerrero que enaltece el campo de batalla?
¿Con la voz que clama en el desierto?
¿Con el antepasado más cercano?
¿Con la materia socavada por su ausencia?
¿Con el presagio de que sigue un mañana?
¿Con la seguridad de ir a un encuentro?

No logro descifrarlo.
Sin embargo,
sigo yendo al encuentro.


XXVIII


Reposo en el diván de la planta sagrada.
La tarde
presiente el acecho de la noche.

Unas manos danzan
con movimientos circulares,
sobre el espacio visual
de la inquieta pupila.

Una cruz,
un mantra,
un tambor...

-- El toque del Chamán --.

El silencio espera.
Y una súbita aspiración aparece en la memoria:

¡Volverse inmortal y morirse!.


XXIX

Es el día señalado por el cruce de vientos
en la cima de la montaña.
El sol alcanza su máxima altura.
Bruscas sombras invaden
el escenario mental del guerrero
que inspecciona el abismo.
Alegría y nostalgia le acompañan,
-- a la diestra y a la siniestra --.
El inicio de la acción impecable
está a la vista.
Y los pasos seguros
olvidan la rutina de la calle.

El chamán inicia la aspersión,
el cuerpo, ahora es
de jaguar,
de pantera,
de águila.

La naturaleza humana
vierte sus atributos
en una danza libertaria.

Aparecen las alas que conocen los caminos.

¡La batalla contra la razón
ha comenzado!

Alas del viaje en un instante 3



LAS ALAS

“La alegría tiene alas pero no cuerpo
La tristeza tiene cuerpo pero no alas”


Adonis


XV

Aceptar la invitación al viaje,
desandar en la noche la rutina del día,

y partir para siempre,
-- con alas propias --.

...Antes que se consuman los instantes.


XVI


Quiero volver a las pesadas calles
que desanduve junto a los desafiliados
-- mis lazarillos --,
y reencontrarme con su abrazo,
con su migaja de pan,
con su costal repleto de ilusiones,
con su sueño aconteciendo en alguna acera
y a cualquier hora,
con su libre opción de no poseer ni la muerte.

Esas calles conservan, bajo estricto secreto,
la razón de mi locura
y el tránsito por el abismo.

¡Voy a volver!
...para arrancarle a la calle mi pasado
y darle muerte al Yo
que me sujeta las alas.


XVII


La oscuridad,
siendo ausencia,
imperiosamente se aposenta.

La luz,
siendo presencia,
débilmente se insinúa.

La libertad,
naturalmente,
esquiva la ausencia y la presencia

...en todos los instantes.


XVIII

Regresa la mañana con la vida entre las manos.
Sospecho que su rostro
-- presagio de la eternidad --,
es una invitación
a romper la inercia de las alas.

Puedo ver en sus cánticos laudatorios
la voz que permanece para alentar las caídas.

Tras el último insomnio,
ahora se impone la partida.
No conozco la ruta,
ni poseo medio de transporte
pero tengo abiertas las manos
y despiertos los sentidos desconocidos.

Para fugarme de mí mismo,
...hacia la cima del mediodía.


XIX

Camino con retorno
el que conduce
la vida.

Impulso fugaz
el que consume
la imagen de la nada.

Desequilibrio vital
el que acepta
órdenes y ordenadores.

Poderío real de la palabra
el que existe
antes de ser articulada.


XX

Una imagen escrita en el viento,
un fuego cabalgando sobre montañas de nieve,
una flor de sándalo alentando la noche,
una espiga indagando al abismo
un ángel designado para humanizar los templos,

una esperanza para los desafiliados
que bailan al ritmo del coro asesino.


XXI

Tengo la carne sometida por punzantes temores,
pero el espíritu se levanta
bravío e indómito.
Me pesa la sensual mirada de la noche,
pero el rocío es un bálsamo
que vuelve a renovarme.
Todo paso obtuso e inseguro describe mi camino,
pero en cada paso
desando la muerte.
Cada música que escucho se transforma en un réquiem,
pero la nada me regala
su eterna melodía.
Cuando intento partir abrasivos deseos me consumen,
pero tengo conciencia de las alas
que no dejan de vibrar.

…y soy el aire,
en el que transitan libremente,
los sueños de los mundos en eterna vigilia.

Alas del viaje en un instante 2




LA GUERRA

“Decimos lo que decimos
para que la muerte no tenga
la última palabra”


Roberto Juarroz


X

Sonrisa con sigilo.
Abrazo con desdén.
Regalo con esperanza.

Mentira oficial del mandatario
...Primero está la máscara
Ausencia sin presencia.
Soledad concurrida.
Libertad celosa.
Dialéctica unívoca.

Mentira sagrada del sacerdote
...Primero está la máscara
El verso engañoso,
-- acto sombrío de la palabra --.
El beso delator,
-- reacción primaria del amante --.

Mentira castrense del general
...Primero está la máscara
La poética circunscrita.
La Reina enjuiciada.
El deseo adecuándose.
El monje permisivo.

Mentira piadosa de la niña violada
...Primero está la máscara


XI

Inevitable y absurda la guerra,
describe la ruta de lo humano:
una lucha de principios
le da vida al concepto
y lo inscribe en la historia.

La articulación de la primera palabra
es un ataque al silencio.
La exactitud excluyente de cada número
proporciona una fisura en la unidad de la esfera.
La razón científica
deslegitima el poderío del mito.
Y la fría hermenéutica
debilita la inocencia del símbolo.

El planeta entero, detenido
en el péndulo de la agresión y la muerte.
Y la indiferencia cómplice
que nos sujeta al abismo.

¿Cuándo abriremos las alas
para planear sobre las cimas?


XII

La guerra es:
una aliada imprescindible
para el que obtiene la victoria;
la encarnación de la muerte
para el que llora la derrota;
un fenómeno social que dinamiza la historia
para los “analistas”;
y una oportunidad de feriar la información
para los “periodistas incrustados”.

¿Y para el niño huérfano
que pierde la inocencia?
¿Y para la madre viuda
que asiste al reclutamiento de su único hijo?
¿Y para el anciano solitario
que quiere borrar el pasado e iniciar la partida?

Unas voces la aclaman,
mientras otras la repudian.

Pero ¿cuántos corazones estarán desarmados?.

El círculo roto
no ha vuelto a cerrarse.
Y la eterna paradoja
afina su marcha.


XIII

La “injerencia humanitaria”
para establecer el “nuevo orden mundial”.

Una “bomba inteligente”
para “ablandar” el “eje del mal”.

Un “fuego amigo” que apoya la “decapitación”
para evitar “daños colaterales”.

Otra falacia que se cierne impunemente
bajo la ejecución de la “guerra preventiva”

Y la agresión no cesa.
Y la plusvalía no se agota.
Y el “dejar hacer, dejar pasar” no inicia su retorno.

Y los que quedamos vivos nos ahogamos en la sangre.
Y la razón es masacrada
por un solo imperativo: ¡la guerra!.



XIV

Para José A.

En la mano empuñada
florece un agapanto.
En la mirada cegadora
recuperan sus pasos todos los caídos.
En el infinito laberinto de una boca injuriosa
ven la luz transparentes poemas.
En la fría mañana
se calienta la paradojal pluma.

La danza cotidiana
asegura el eterno movimiento.

Y la coraza del rencor se rompe,
...se rompe ¡eternamente!.

Alas del viaje en un instante 1



Empezamos este blog con la publicación del libro de mi autoría, Alas del viaje en un instante, publicado en 2005.


LOS RECUERDOS


“Así vivimos en extraño dilema entre el arco lejano y la flecha demasiado penetrante”

Rainer María Rilke


I

El tiempo,
¿es una esperanza de otra forma de caída?
¿o un simple recuerdo de todas las ausencias?.

La vida,
¿es una ilusión de la existencia del tiempo?
¿o un recuento de las sucesivas muertes?.

La muerte,
¿es un espejismo de la imagen fugada?
¿o una vida que espera más allá del instante?


II

El silencio se calla
para escuchar la música
de la carne
que está siendo consumida
en los sepulcros.

...En los sepulcros,
que son todos los cuerpos.


III

Cae el dolor sobre el dolor.
Se fortalece la herida.
El silencio acusa,
la mirada escruta.

– La violencia,
el desespero,
la conciencia,
el escudo –.

Bienvenida ansiedad,
¡toma este esfuerzo!.
Tu presencia evocadora
refuerza todo intento.

Maldito
el infortunio acaecido.
Bendito
el abismo que lo propuso.

IV

Luz y sombra le acompañan,
y un espigado valle solitario.
La fuerte y altiva coraza
se desgarra inconteniblemente.
Por sus mejillas avanza,
la salinidad calurosa de una lágrima.
Triste y abrumado
desata el llanto contenido en su pecho.

Es el retorno
hacia un nuevo destierro,
en tierra propia.

Oh melancolía,
Oh sueño postergado.
Dejadle salir,
¡raudo!,
hacia lo incierto.


V

Aunque no mire tus manos y tus ojos,
aunque no escuche tu suave melodía,
aunque no vuelvas a la calle donde habito,
y aunque la fuerza de tu ausencia, inmovilice mis pasos.

No renuncio a los instantes que consumimos juntos,
y con la memoria como cómplice,
los fijo en la palabra,
en el viento,
en el muro,
en el polvo que levanta mis pasos.

En el amor,
que reinvento contigo.


VI


¿Buscas refugio en el rosal marchito del desierto?
¿Abordas el Galeón que capitanea Barba Roja?
¿Vuelves la mirada para acompañar a la mujer de Lot?
¿Cabalgas sobre las yeguas de Diomedes?
¿Bebes el vino del eterno ciclo nocturno?
¿Transmutas el cuerpo en canción, árbol o palabra?
¿Marchas en el sueño demoníaco
o te esfumas en el suspiro de Dios?

Extraviado en el mito de la nada,
...que es todo.


VII


Para Óscar A.

El tiempo persiste en su avasallador paso,
la memoria resiste e invoca el recuerdo.
De vuelta a la inocencia,
al asombro,
al jolgorio,
a la tristeza.
Reviven los instantes en el eterno círculo:
los campos florecidos,
la sabana inundada,
las sucesivas diásporas,
las calles solitarias,
el tren presuroso,
el confesionario cómplice,
Todo... Todo se consumió mientras caía la hoja
en el vibrante abismo.
Pero la primavera regresa,
los pies inician el ascenso,
y las puertas se abren
para más nunca cerrarse.
Las preguntas,
las respuestas,
las eternas alas,
y el instante,
que burla la muerte.


VIII

Para John Lennon

La fugaz bala del día “inmaculado”
aleja al poeta,
de este mundo en el que su corazón ya no cabe.
Todos los hombres libertarios
juntan las manos y las voces
para hacer una proclama de paz y de alegría:

¡no más armas de la muerte,
no más cruces represoras,
no más imperios agresores,
no más palabras asexuadas,
no más voces detenidas!.

La canción
halla su eco en el universo,
y se expande libremente.

IX

Para Arthur Rimbaud

Charleville y su entorno
acogen el mito poético.
El espíritu se posa
en el dogma de la palabra
y le confiere vida.
El pueblo entero se levanta
y escucha el consejo
de un ángel ascendido del abismo:
es preciso, derrumbar
las ataduras de almas sometidas
y desgarrar el velo
de las inmóviles formas.
¡Hay que “reinventar el amor”!,
en carne propia.

No como un escape religioso,
no como una renuncia al placer de los sentidos,
no como un simple concepto desprovisto,
sino,
como la reafirmación plena de la vida
con sus días y sus noches.

Ve la luz, un nuevo ciclo cósmico
en el espejo de un infante maldito.
¿Cuándo romperemos las cadenas
de los amores marchitos?.