Volver sobre la narrativa de Víctor Bustamante es
ahondar en unos imaginarios que se ratifican por medio de una mirada intensa
que devela las pasiones más arraigadas del autor: el cine, la ciudad de
Medellín, las mujeres jóvenes y cierto tono de reverencia patrimonial por un
lugar que añora pero que ya no es.
Los cuentos de Películas
rigurosamente editadas a mano fluctúan entre el anhelo y la frustración,
entre la certeza de una realidad sombría y la confirmación de que la apariencia
ha conquistado con sutileza los nuevos cuerpos, los nuevos discursos y ha
unificado las percepciones en torno al fracaso.
Hay sin duda una escenografía que habla a cada paso,
que ha ayudado a narrar al mismo autor en sus búsquedas y en sus devaneos, y
que le ha permitido construir una subjetividad urbana, desde el asfalto, las
plazas y las aceras.
Sé que suena como una
paradoja, pero no será romántico abjurar de lo material para encerrarse en
algún lugar oscuro y lejano tras un pretendido universalismo. Además, dónde
mirar en algún cine las muchachas tan esquivas o algún libro detrás de la
vidriera que provoque una lectura. La ciudad de por sí adquiere ese carácter
mediador, está presente en ti, a ella te acomodas…
Esa ciudad devora y al mismo tiempo salva. Es escudo y
peligro. Habla a través de los bellos cuerpos y calla como en una fotografía
del tedio. Sin embargo a esa ciudad se debe el autor, pues solo en ella puede
vivir sus sueños en celuloide.
En la obra de Bustamante hay un deseo que habita en la
imagen y su esperanza de movimiento, el cine ha devenido la patria anhelada y
el narrador construye personajes identitarios (a veces fotógrafo, otras director
o guionista) que documentan una vida y nos la entrega sin esquivar la soledad
del transeúnte que continúa en la búsqueda del mejor encuadre.
Al final de esta narrativa que no le teme a
desmitificar figuras icónicas como García Márquez o Jorge Isaacs, nos queda la
certeza de que aunque el autor quiera vivir en medio de rollos y pantallas, su
mejor herramienta es la palabra; no en vano cierra su libro con esta
contundente sentencia: “Sólo cuando las palabras atraviesan la piel son obras
verdaderas”.
Películas rigurosamente editadas a mano
Autor: Víctor Bustamante, Barbosa, Antioquia, 1954
Editorial Babel
Medellín, Septiembre 2018
185 páginas
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