miércoles, 10 de noviembre de 2010

Pasolini 35 años después de su asesinato



 
(Con este ensayo obtuve el segundo premio en el Concurso Departamental de Literatura del Huila, modalidad ensayo -- octubre 2010)

La poesía como “acción real” en Pier Paolo Pasolini
Es difícil reducir la obra de Pier Paolo Pasolini a un todo homogéneo, a un objeto de estudio. Su vocación poética opone resistencia a todo intento de “encuadrarla” de forma lingüística, iconográfica, política o semiótica. Sin embargo, consideramos que en una de sus creaciones menos recordada (la poesía), se encuentran lineamientos fundamentales para la comprensión de su múltiple universo.
En Pasolini encontramos un verdadero intelectual que logró comunicar su experiencia creativa desde distintas posibilidades del saber: la poesía, la narrativa, la dramaturgia,  la lingüística, la política, el cine y el periodismo. A lo largo de toda su obra, siempre lo vemos interrogándose por la dinámica humana a partir de su propia vivencia. Entiende que la lucha es ante todo consigo mismo (como sujeto que reproduce los lineamientos de una sociedad) y no duda en desafiar las instituciones que lo llevaron – que a todos nos han llevado – a vivir una disociación esquizoide, es decir, la familia, la escuela, la lengua, el partido político, el estamento religioso, entre tantas otras.
Pasolini fue uno de los hombres que mejor lectura hizo de la realidad y que comprometió todas sus fuerzas para dar a conocer esa experiencia. “Estuvo atravesado por la nueva sociología americana, por las nuevas formas del catolicismo social, por el nuevo psicoanálisis y por los primeros textos de los marxistas disidentes”. Asímismo, vivió el ascenso y la caída del sistema fascista, y la posterior derechización de sus compatriotas. Entendió que todo aquello respondía al afianzamiento del neocapitalismo, y levantó la voz para denunciar “el polvo de la pobreza” y la encarnación simbólica de la burguesía en las nuevas posturas ideológicas. Sostuvo una mirada crítica e irónica frente al discurso oficial de la iglesia, y frente a la lingüística como constructora de significantes y significados para mantener la opresión en todos los órdenes. Logró integrar claramente los vínculos que establecen los intereses económicos con las funciones lingüísticas y promovió, en cambio, una lingüística pobre, es decir, universal, vinculante, genérica.
Puesto que su obra es acción, más que intentar entenderla, es preciso, captar el movimiento de intensidades y tensiones que la atraviesan. La acción, la entendemos como el lenguaje primero y primigenio de los hombres: Intensidades = acción. Tensiones = ambigüedad
Restaurar la herida, la apuesta poética de Pier Paolo Pasolini
“El cielo transparente sobre mí
muestra un signo leve… Sólo una sombra
cándida, es una nube. (Reconozco
esa sombra, la palabra no dicha, la herida…
Ah, mi conciencia sola como el cielo)”.
(Diari, 1943-1953)
Pasolini vislumbró en el ondulante camino de la acción poética, la posibilidad idónea para anunciar la herida como el signo de su tiempo: ese destino trazado por el fascismo, que determinó tantas pérdidas luego de corroer con sutiles significantes, la armonía natural que reinaba en los campos italianos.
La poesía fue la verdadera vocación que lo condujo en el recorrido por las diversas expresiones culturales que abordó. La comunicación de esa poética encarnada en todo su ser, lo convirtió en un sujeto histórico trascendente que no se ha podido olvidar por más que traten de borrarlo. Su obra está impregnada de una “voluntad poética”, producto de la forma apasionada como asumió la existencia, pues para Pasolini “la pasión es el modo de ser de la poesía”. De esta manera, su vida fue un continuo vaivén de diversos ímpetus pasionales. Fue contundente, actuando como ideólogo marxista y también como crítico del Partido Comunista Italiano; defendiendo con gallardía su condición homosexual; y expresando sin temores su profundo sentido religioso. Sin duda, logró inmiscuirse en la dinámica social con la misma vehemencia que le imprimió a su creación.
Apostó con su obra a la marginación, a despecho del éxito. Elogió la droga, la inmundicia, la rabia y el suicidio, como las únicas esperanzas que le quedaban (junto con la religión) a esa sociedad decadente. Tal como lo anotó Federico Fellini, “Pasolini era una persona capaz de embriagarse con el peligro, con el lado emocionante, misterioso y diabólico que éste tiene”. Seguro de que su compromiso no solo era con la escritura sino con la vida, propuso resistir con el escándalo y la rabia ante la vulgaridad de la burguesía. Es decir, siguió un itinerario que buscaba unificar la contestación y la acción. Diría con certeza: “No hay más poesía que la acción real”, aunque anhelaba aquella poesía que es acción en sí misma, que está desapegada de las cosas.
Pasolini asegura que su obra es un grito, grito terrible y alegre, grito que espera que alguien lo escuche, y que a la vez, maldice a quien lo escucha. “Es un aullido para proclamar que existo, que soy”. Un grito que, en el fondo, tiene un acento de esperanza, y que, ante todo, tiene la seguridad de estar destinado a perdurar más allá de todo fin posible. Pero aclara que su planteamiento no es cultural (en pro de la cultura italiana) sino existencial, a partir de las experiencias cotidianas.
¿Cómo no desnudar con una voz que se asemeje a un grito, ese dolor que nos agobia y que, decididamente, lucha por asfixiarnos? ¿Cómo seguir negándonos a evidenciar la herida que ha estado consumiendo nuestro cuerpo desde lo más profundo de la médula? Pasolini le propuso una salida a esos cuestionamientos con palabras lacerantes que mostraban los “poros del rostro de la vida” en medio de un mundo cada vez más homogéneo. Consideró que el consumismo era el verdadero fascismo. Antes, el fascismo era totalitario, represivo (unificaba pero no modificaba el interior del hombre). Ahora el consumismo es el más fuerte poder totalizante, es lo que nivela, lo que uniformiza, lo que nos hace fácilmente “intercambiables” unos con otros. Ante esa capacidad autodestructiva propiciada por el neo-capitalismo, Pasolini decidió no bajar la voz. Por el contrario, trató de construir una poesía que le permitiera el acercamiento inmediato con la realidad (poetizar la realidad). De esta manera, la poesía quedaría expuesta a continuas variaciones; no a “reglas de creación” sino a un flujo de velocidades que se renuevan continuamente y que van contagiando a todo lo que tocan.
Desde sus primeros poemas, escritos en friulano, Pasolini va haciendo de la realidad su ídolo. Escribir en friulano suponía un acto de resistencia contra la homogeneización que pretendía Musolini, y era a la vez, una forma de expresar su arraigado afecto por la vida campesina.
Sobre el itinerario conceptual que desarrolló en su poesía, Pasolini habla de tres categorías de paisajes: paisajes del pasado, del presente (que se está amarillando) y del sueño. En el paisaje del pasado, está presente el norte de Italia – la nostalgia que siente por dicho territorio lo acompañará en todos sus libros –. El paisaje del presente (paisaje violento) está concentrado en los suburbios romanos, los cuales pertenecen idealmente al área del “tercer mundo”. Son poemas “imbuidos de una realidad inmediata”. Y el paisaje del sueño, tiene que ver con los descubrimientos que hiciera en los viajes a la India y al África.

En su primer libro, Poesia e Casarsa (1942), ya visionaba su futuro: un destino de sacrificio, de entrega hasta el último instante, como un toro que, con la cabeza en alto, va a recibir la muerte que lo espera inmisericorde.
Para el "David" de Manzú
.Amigo, de cansancio blanquea tu país,
tú vuelves firme la cabeza,
paciente en tu carne tentada.
Tú eres, David, como el toro en un día de abril,
que, en las manos de un rapaz que ríe,
va dulce a la muerte”.
(Poesie e Casarsa, 1942)
Las poesías de este primer libro, y las posteriores de los años cuarenta, son notablemente secretas, herméticas, pero ya anunciaban la herida como signo predominante en la naturaleza circundante. En friulano también escribió una historia de la poesía dialectal y otra de la poesía popular. Más tarde, en su extenso poema, Poeta de las cenizas (1966-67), aseguraría que esos versos en su idioma nativo – publicados luego con el título, La mejor juventud – junto a los escritos en itálico que conformaron el libro, L'usignolo della Chiesa católica (1958), eran los más bellos que había logrado realizar.
Parte de la obra que realizó en el lapso de 1943 a 1953, fue publicada con el nombre de Diari 1943-1953; en ella vemos diversos temas como fragmentos de tiempo buscando insertarse en el flujo permanente de la historia. Habla sobre la juventud, la felicidad, la pobreza, en un tono autobiográfico y un tanto narcisista. Hace descripciones de espacios que antes le producían encantamiento, y que ahora, al volver a visitarlos, los encuentra empobrecidos. También añora la presencia de su hermano (esa “pequeña luz”, “roja luz”), quien vio la oscura muerte luchando como partisano. En el trasfondo de éstos poemas es constante la presencia de un anochecer continuo que nos viene acompañando. Todo lo encuentra exhausto. La luz se ha hecho más tenue. El corazón ha mudado hacia la noche. Y ante esta desolada situación, la mejor forma de nutrir la vida es consumiéndola con pasión en cada instante. El denso pesimismo que lo invade es expresado en un verso implacable: “Ya no sueño ni velo”.
Con Le ceneri di Gramsci (1957) se inicia una segunda etapa de la creación poética de Pasolini. Llega frente a la tumba de Gramsci como un caminante sin rumbo, pobre, vestido con prendas populares, envuelto en la apatía de la “eclipsada posguerra”; y, ante quien fuera su gran inspirador político, pronuncia una serie de cantos, en los cuales le reitera que comparte sus preocupaciones y su dolor. Describe la pesada y oscura atmósfera que lo circunda. Un engaño es el que ahora anima la vida: “Aquí el silencio de la muerte es fe”. El gris del mundo ha matado las esperanzas. La ciudad ha construido dos mundos opuestos entrelazados por el tedio: gritos desgarrados del pueblo que sobrevive, se mezclan con las sonrientes máscaras “sagradas” de la burguesía católica. En esas circunstancias, Pasolini desnuda su contradicción: con Gramsci en el corazón y contra él en las “oscuras vísceras” que han sido alimentadas por el Estado traidor. Avanza “protegido por la impura virtud y por el ebrio pecar”, en medio de un país que ya no se estremece, que cómo muerto en vida espera su deceso. La aguda desolación lo lleva a preguntarse si es preciso abandonar la pasión de estar en el mundo, pero de nuevo descubre en el triste atardecer, la extraña belleza de los cuerpos, que lo enciende y lo expande. Tal vez, aún nos quede en el “murmullo de la vida”, la opción de sacralizar el cuerpo y de encausarlo hacia la construcción de un mundo erotizado.
En su siguiente libro, La religione del mio tempo (1961), Pasolini realiza una vehemente crítica a los políticos, a los católicos, a los radicales comunistas (“conciencias siervas de la norma y del capital”), a los literatos contemporáneos (“es en nosotros donde el mundo es enemigo del mundo”), y a él mismo, sintiéndose culpable (“reseco de amargura”). En otros apartes, establece un diálogo con los jóvenes que quieren explorar ese mundo – ya construido – que termina devorándolos sin dejarles otra posibilidad que la muerte. La sombra que ya estaba dentro de nosotros se ha afianzado, y la vida se ha hecho más incomprensible. A través de la crítica llama al diálogo, invita a pensar y actuar sobre el entorno social. Desde su óptica, es claro que las cosas no parecen prosperar, por el contrario, casi todo va envileciéndose. Pero no propone buscar ecos en el afuera, sino que invita a volver a la fuente (nuestra sombra) y rescatar los atisbos de luz que a veces fulgen, para posibilitar la convivencia.
Posteriormente publicó, Poesia in forma di rosa (1964). En éste texto continúa el reclamo a sus paisanos: “Éstos que me acompañan están muertos”… “Somos dueños de la vida pero vivimos como ajenos a ella”. Sólo una revolución que haga estragos en sus entrañas aquietadas, puede romper el carácter sacro que le han proporcionado al mal. La revolución es para Pasolini un sentimiento, el cual trata de manifestar con voz provocadora. Aunque no olvida que estamos presos en un ciclo siempre inacabado, que la situación de los pobres es la misma – y que su conciencia se habituó a pasar por encima de los hermanos –, que reproducimos desde el vientre el pesado fardo asimilado por nuestras madres. Sin embargo, el mayor amor de Pasolini es hacia su madre: el amor que llega al alma (“Ella es alma”), por su parte, el amor hacia los cuerpos, lo siente apenas como una añoranza.
El libro tiene un apéndice dedicado al pueblo de Israel. En éste se pregunta ¿Cómo es que ellos han escogido la religión de los corderos (de las cabezas inclinadas) para aceptar con paciencia la pobreza? Describe a los chicos de ese lugar como huraños, encerrados en sí mismos, sin ternura, sin saber lo que es el amor o sabiéndolo pero dejándolo relegado por su timidez. “Estos chicos no han levantado nunca la voz o sonreído”. Guardan su pureza para el sacrificio, su carne y su sangre serán ofrecidas en una horrenda matanza. “Futuros muertos” que, a veces, ríen porque pueden prolongar un poco su destino. Luego de esta acertada observación, Pasolini acepta con suma honestidad, que él no ha tomado mayor distancia frente a esa simbología de la moral católica. Confiesa, “Pero yo soy de vuestra absurda patria”.
Trasumanar e organizar (1971) es uno de los trabajos finales de Pasolini. Él mismo comenta sobre las intenciones que quiso comunicar: “Yo no creo en las dialécticas ni en las contradicciones sino en las puras oposiciones. No pretendo transcribir aquí en forma poética lo inefable que sólo la vida nos permite vivir y aprehender. Además no siendo yo mismo ni un místico ni un santo, no tengo la menor experiencia de lo que pueda ser el éxtasis. Pero me siento cada vez más fascinado por la alianza ejemplar que pudieron realizar los santos más grandes como San Pablo entre la vida activa y la vida contemplativa. Y en esta doble faz de lo humano, en esta doble aspiración de lo imaginario por encarnarse y replegarse, me esfuerzo por captarlo a través de estas notas arrancadas a mi vida diaria y a la historia”. Este es, quizás, el libro con mayores pretensiones conceptuales. Escrito con rigurosidad lingüística y profundidad filosófica, establece desde el mismo título, un juego de oposiciones (entre lo inefable y lo ordinario). Confirma la extrañeza que lo ha acompañado en esta estancia. Se siente como venido de fuera del tiempo a morir dentro de éste. Acepta con resignación los caminos trazados que tiene que recorrer – para él “La resignación no tiene nada que envidiar al heroísmo” –; y reconoce su frustración amorosa: “Busqué participar de un amor al que no tenía derecho”. Sin embargo, cree en el poder renovador de la poesía, y por eso continúa su creación, que espera tenga existencia aérea: “Hablaré no en mi nombre, porque yo soy poeta de aire”.
La gran preocupación temática de esta obra es la libertad, la que siente distante, “algo incompatible con el hombre”. No hemos creído en ella sino que le hemos temido y por eso la desechamos como posibilidad. Asegura que con el paso de los años nos vamos convenciendo de que no podemos tolerar el ser libres, pues se aferró tanto en nosotros la necesidad de cumplir leyes, de tener mandatarios, de soportar imposiciones, que hicimos de la libertad poca cosa. El poder del consumismo logró su intención: someter la libertad a la fugacidad de la moda (“Ahora todos se propugnan libres porque hacen lo mismo que la manada hace”).
En suma, Pasolini confirma que “en realidad sólo existe el caos”, y manifiesta – siendo poeta que aspira al silencio – que tiene miedo a la libertad que le daría el callar. Por eso decide continuar, por la senda de la poesía “que es lo inagotable”.
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Referencias bibliográficas
Las cenizas de Gramsci, colección Visor de Poesía, 1985,
Poesía en forma de rosa, colección Visor de Poesía, 1983
Transhumanar y organizar, colección Visor de Poesía, 1981

1 comentario:

  1. Apreciado amigo Omar:
    Se te felicita muy sinceramente por el excelente hecho de dar a conocer a traves de tu publicacion en tu sitio Web, del magnifico resumen sobre la vida del extraordinario poeta y productor, Piere Paolo Passolini.

    Este hombre, un icono de la poesia, debemos tomarlo como destacado referente del cambio social que lse requiere cada vez mas profundo.

    Cordial saludo,
    Tu amigo, F. Forero

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