La Valija de Fuego (http://lavalijadefuegoeditorial.wordpress.com/) es una editorial y librería independiente y cooperativa, con sede en la ciudad de Bogotá (en este momento, en la Carrera 7 No. 46-68). Con cerca de 2 años en el mundo editorial, ha logrado darle presencia a ciertas voces que no gozan del favorecimiento mediático, aunque sí se destacan por su particular creación al margen de los convencionalismos. Las ediciones han sabido conjugar los textos con la parte gráfica y de diseño para revivir así el apasionamiento por el libro-objeto.
En una de esas publicaciones (La Ciencia Ficción Radical - una aproximación a la ciencia ficción desde el universo ácrata), realizada a comienzos de 2014, tuve la suerte de escribir el prólogo, el cual les comparto a continuación. La selección de los textos estuvo a cargo de Marco Sosa, quien a la vez está al frente de la editorial.
Desde
el fondo del mar hasta el planeta de Anarres
“La ciencia ficción no es sólo un género literario, sino
algo más: un estado de conciencia”.
René Rebetez
Androides, inteligencias
artificiales, distopías, cibermundos, seres mutantes, clones, robots, viajes
extraterrestres, alienígenas, son algunos de los términos que empezaron a
poblar nuestra ilimitada imaginación y a enriquecer las narrativas, desde que
se insinuó la ciencia ficción como nuevo subgénero literario.
Ese juego antinómico que
propone el mismo concepto “ciencia ficción” es, de entrada, la gran provocación
para dejarnos envolver con la seguridad de que tendremos la novedad como
compañera de forma permanente. Y con el solo hecho de recordarnos el Devenir,
ya nos está preparando para instalar pensamientos al margen, por fuera de los
discursos excluyentes y de las historias que ya sabemos dónde terminan.
El oxígeno que le trajo
a la literatura moderna este género que nos acompaña desde hace ya más de una
centuria, en muchos casos ha sido subestimado, excluido o vinculado con
prácticas reaccionarias y alienantes. Pero nada más alejado de la realidad el
sostener que algo que de por sí está en movimiento, imaginando otros mundos (no
siempre felices), le haga el juego al conservadurismo y a la quietud que por
todos los medios buscan mantener los gobiernos y los Estados. Esa imaginación
desatada, puesta de revés y más allá de los límites, sin duda ha sido un
poderoso motor que ha impulsado no solo los cambios tecnológicos sino también
las transformaciones socio-políticas. Pero claro, no somos tan ingenuos como
para desconocer que el poderío de la ciencia ficción también ha sido capturado
en diversas ocasiones por el capital, con ese juego perverso que sutilmente sabe
acomodarse a las más insospechadas situaciones, a través de múltiples máscaras
que exaltan el desarrollo y la técnica.
Es por ello que resulta
oportuna la publicación de estos dos textos que ubican a la ciencia ficción en
su polo más poderoso, el que lucha por hacer una transvaloración de las
relaciones socio-ambientales para instaurar un mejor hábitat en cualquiera de
los mundos a donde la imaginación nos conduzca, pues no necesariamente pueden
ser físicos sino también alternos, evasores de la cotidianidad.
El texto sobre la
ciencia-ficción radical, se concentra en la vertiente de esta literatura que tiene
una connotación popular mas no reaccionaria, la cual continuamente se levanta contra el
patriarcado, la guerra, el control y la autoridad. Y entre los varios títulos
que reseña, indiscutiblemente, dirige la mirada hacia Los desposeídos (Ursula K. Le Guin, 1974), uno de los grandes
clásicos que nos habla de una utopía anarquista en el planeta de Anarres.
El segundo texto, rescata
a Julio Verne (un escritor usualmente asociado con la literatura de “aventuras
y viajes para despertar la imaginación de los adolescentes”) y lo redimensiona
como un autor que va más allá de ese ligero encasillamiento, dejándonos ver su
rico caudal de reflexiones asociadas con el pensamiento libertario. Tras hacer
un rastreo por sus principales obras, el autor se concentra en la obra póstuma
de Julio Verne, Los náufragos del
Jonathan (1909), donde encuentra la continuidad de las ideas políticas que
ya había prefigurado Verne en sus anteriores obras: el gusto por los viajes a
lugares sin fronteras, la encarnación del oro como una ficción que determina
las relaciones sociales, la exaltación de los “medios libres” por los que
luchan las pequeñas comunidades, el microcosmos de los náufragos que abogan por
instaurar nuevas dinámicas sociales y la puesta en duda de las leyes y de los
formalismos.
Celebramos la
publicación impresa de estos dos textos, puesto que nos sigue emocionando el
libro como objeto, razón por la cual hacemos nuestras las palabras de Ray
Bradbury: “Me gusta tocar un libro, respirarlo, sentirlo, llevarlo… ¡Es algo
que una computadora no ofrece!”.
Imágenes tomadas de la circulación libre en la red.
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