Solo en la luz del fuego
Quizás porque todas necesitamos arder junto a ese
anhelo y levedad de la ceniza o tal vez porque el cuerpo no termina en la carne,
ni existe gracias a la exhibición de sus mutilaciones, las víctimas que ahora
somos multiplicidad, ya no cabemos en el flujo sinuoso de las pantallas, ni en
el requiebre de una voz que atesora discursos y se doblega ante las dádivas tan
austeras como cómplices del silencio que más se aproxima a la nada lapidaria, a
la quietud que impone el amo que escribe y borra.
Quizás, digo, pero no callo, cuando desde el frente, Platanales llama a un nuevo trato con la
herida:
no
qué necesitamos para morir
en nuestras muertas
sino qué necesitan ellas
para vivir con nosotras
Las historias le pertenecen a nuestros cuerpos rotos,
y aunque apilados bajo una composición banal y perversa, la singularidad no
deja de nombrar su propia muerte, que es también la certeza de lo que fue su
vida inflamada, pues en tanto la memoria no claudique, podemos recomponer las
huellas aunque haya que hacerlo sobre las cenizas. Es en la luz del fuego, en
la posibilidad de arder, donde el cuerpo se reintegra a una memoria activa:
no
es carencia la distancia
sino
articulación del deseo en lo posible
El cuerpo de la palabra en Platanales no es metáfora,
es una imagen material que se metamorfosea en el andar, que se expone en un
decir zigzagueante y opta por una sintaxis entrecortada, próxima al ahogo final
de las masacradas, a una forma en la
fatiga. Decir es una posibilidad de reencuentro con las muertas, de aunarse
a sus ritmos para mostrarles a los asesinos que su acto no pudo acabarlas del
todo, que la metamorfosis sabe esquivar los silencios de ese sacrosanto Platanal
que nunca quisieron entronizar:
el
platanal
espejismo
suerte u omisión
de los vencidos
Así como de la piedra hemos aprendido la desnudez, de
las muertas aprendemos a no victimizar, a no repetir la cantinela de la
conmiseración para auparnos en el circunloquio de los vencedores. La piedra
lacera tanto como esculpe y su corazón está pleno de movimiento, de vida nueva,
de dignidad en la muerte y más allá.
A continuación comparto unos poemas del libro Platanales.
no
qué necesitamos para
morir
en nuestras muertas
sino qué necesitan ellas
para vivir con nosotras
hartas de arrastrarse por los fondos de la historia
y de mantenerse con las migajas del perdón
la buena voluntad y la
distancia
no es que quieran venganza – precisamente –
pues nada piden
apenas están allí
– aquí – en la memoria
bajo la tierra siempre desconocida
y abierta para nosotras
acaso nos recuerdan
que no vale la pena
abrirnos camino hacia la fosa
ni permitir
que nos empujen a ella
no sólo luchamos por nuestras muertas
muertas y amadas están allí
quietitas
nosotras
levantadas
vivas
entre los fogonazos
las tormentas
ahí
y entonces
sólo pellejo anclado a las voraces
inmediaciones de la muerte
precisión del vértigo y mandato
de todo cuanto ha de vivir
y arrastrarse sobre la tierra reseca la luz
en la supervivencia de la sombra
dos absolutos
la claridad contrasta
con las formas
que tiene de mentirse el día
sólo lo
mantiene unido cierta ficción
y asiste al
siempre inaugural desmembramiento
de
este orden de signos
cancerosas formas nuevas
aguarda en ellas otro
atardecer feroz otras
tantas nubes iluminadas
en rosa desde el fondo
la ciudad impávida
si sólo la repetición hace voraz al sueño
que crece en la espera
y sólo la espera produce la acumulación del mismo
siempre tentando su posibilidad en la vigilia
dónde dormiremos nuestra intemperie
el dolor la
rabia con que juntas
recostamos nuestras queridas muertas
cómo dormir con ellas levantarnos
sin parecernos demasiado
a lo que ahora son
muertitas
Santiago López Triana es un poeta colombiano que ha realizado traducción literaria, carpintería y edición. Es creador de la editorial Pie de monte, encabalgada entre la poesía y la difusión de ideas anarquistas. Ha publicado Platanales (2023), Tendón (2019), El día entero (2017) y Hálito y rumbo (2013)
Después de leer el prologo de Omar Ardilla, conocer los poemas de López Triana se convierte en una necesidad imperiosa!
ResponderEliminarNecesito leer.necesito escribir.Gracias.Omar Ardila.me tuviste que buscar en el sueño en l el delgado y lúcido momento donde se puede encontrar sin necesidad del cuerpo.
ResponderEliminar7 de agosto a través del mundo onírico.el poeta me invitó a crecer a buscar a pensar y empezar a vaciar las experiencias de un yo soy que aún no se atreve a escribir ✏️.Omar mi más sentida admiración,un honor haber estudiado en la academia con usted.
ResponderEliminarMuchas gracias por su generoso comentario. Un gusto saludarlo. Buen camino.
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