miércoles, 18 de abril de 2012

La patafísica de Enrico Baj


Como oportunamente plantea José Manuel Rojo en la presentación del libro ¿Qué es la ‘patafísica? de Enrico Baj, vale la pena insistir en retomar la ciencia de las soluciones imaginarias (la patafísica), aunque sigamos corriendo el riesgo del señalamiento como ingenuos navegantes en oscuras aguas que rehúsan ser “clarificadas” por los imperativos de la actualidad y el desarrollo. Pero como, precisamente, esos andares al margen son los que más no siguen emocionando, no dudamos en revivir el acontecer patafísico a partir de las líneas que nos traza Enrico Baj en la publicación de Pepitas de Calabaza (2007).

Nuestro propósito tan solo pretende volver a ubicar en el tapiz de la existencia algunas ideas y prácticas patafísicas, las cuales comenzaron a poblar diversos escenarios desde que Alfred Jarry le diera vida a mediados del siglo Veinte y se levantara contra la figura patriarcal del Rey Ubú. Y es que en el siglo en que el psicoanálisis nos legó el parricidio como vía de liberación, nada resultaba más propicio que retomar esta mitología para darle un componente artístico. Sin embargo, Ubú también encarnaba una extraña ambigüedad que le permitía transparentar intensidades libres, en conflicto permanente con el pensamiento institucionalizado, con el autoritarismo y con el poder. Cuando la fe cambiaba de escenarios (de los púlpitos a los laboratorios), en aquel siglo apasionado por el horror, era oportuno que los imaginarios artísticos se estremecieran con el fluir patafísico. 

Por medio de Faustroll (otro personaje creado por Jarry) nace la práctica patafísica, “la ciencia por antonomasia… la única ciencia verdadera”. De entrada, la ironización de Jarry no hacía concesiones, iba por el todo o nada, por la imaginación que no conocía ningún tipo de límites. Y aunque el cultivo de la sátira condujera por el sendero de la alegría (de cuya potencialidad, Jarry no tenía ninguna duda), el cual era arriesgado y aún sigue siéndolo cuando por todas las esquinas circula el abrasador miedo. Es preciso recordar que la patafísica incluye el sentido de la paradoja, la evaluación de la absurdidad y el gusto por la ironía.

Pero antes de continuar señalando algunas características patafísicas, vale la pena detenernos brevemente en la figura de Enrico Baj como patafísico e idóneo continuador del legado de Jarry. Baj mantuvo permanentemente la intención de renovar el arte, de revolucionar las antiguas formas (incluso las de las mismas vanguardias que en muchos casos también se fosilizaban). Estuvo siempre a favor de un arte experimental y revolucionario que se levantara contra el racionalismo de la sociedad industrial. Tras alinearse con diversas vanguardias revolucionarias, poco a poco Baj va confluyendo en la patafísica (hacia 1962) donde encuentra la vía libre para la circulación de su espíritu libertario. Antes había confrontado con los situacionistas, con los letristas, con los futuristas, y había abandonado el Congreso del “Alba” (Congreso Mundial de los Artistas Libres) aduciendo que allí se respiraba un pesado autoritarismo izquierdista. Para Baj, el arte tenía la capacidad de incidir en las heridas y soñar con nuevos remedios. No compartía la consigna de “la imaginación al poder”, sino que más bien anhelaba el poder de la imaginación conduciendo a los límites de la existencia, donde precisamente, desaparecen los límites. El lema de Baj era: “No a la contemplación ni a la representación. Sí a la invención”. Y por supuesto que estaba aludiendo a la invención y a la provocación poética, pues “la poesía será peligrosa o no será”. De ahí que la patafísica se levante contra todo principio de autoridad, contra los símbolos que la representan y contra la misma institucionalización del arte. En últimas, para Baj todo conllevaba a las “soluciones imaginarias”, tal como lo asumía la patafísica.

A partir de la experiencia de Baj, hoy podemos decir que pensar de nuevo en la patafísica es pensar una vez más en el sentido de la poesía, de la imaginación, de la utopía, del humor, y que vale la pena volver a preguntarnos sí es posible construir agenciamientos de resistencia desde éstos lugares al margen o cómo trazar líneas de fuga para devenir imperceptibles pero peligrosos. Sin duda, en el “camino de la línea curva contra la línea recta” demarcado por la patafísica, encontramos diversas vertientes dónde instalar nuestra rabia, nuestro aullido, nuestra singularidad.

No hay que olvidar que una de las mayores potencialidades del acontecer patafísico es la preocupación preferencial por las excepciones, por lo particular del individuo: “¡El individuo no es una masa, es un singular!”. La patafísica combate la masificación pero es incluyente, puesto que siempre defiende el principio de la libertad existencial y propende por la imaginación fantástica como idónea arma de defensa. Todo esto, claro está, conduce a defender la autonomía de pensamiento para cada individuo y a instalarse como forma de resistencia psicológica al poder, a la dominación; a la vez que denuncia y critica poderosas instituciones como la artística, que cada vez ha virado más hacia el espectáculo. No hay que olvidar que hoy en día, la estética y el nacimiento de los imaginarios ya no están centrados en el arte sino en la publicidad, y en la mitología de los avances tecnológicos: “En el museo, como en el centro comercial, cada día se celebra lo efímero”.

Por último, quiero resaltar aleatoriamente algunas ideas-principios que nos brinda la patafísica, las cuales, aunque apenas esbozadas, nos invitan a sumergirnos en ese hondo universo para desentrañar al máximo su potencialidad, y no faltaba más, para aumentar nuestras dudas; por ejemplo el espinoso principio patafísico de que “todo es lo mismo”, o el de la “equivalencia de los contrarios”, o el de la identidad de la velocidad con la estática. Tal como decía Picabia, “la cabeza es redonda para permitir a las ideas cambiar de dirección”. Y precisamente, eso es lo que logra la patafísica, dada su imprevisibilidad y su circunstancialidad: su máxima potencia es su “no-presencia”.  


Imágenes tomadas de la circulación libre en la red



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