sábado, 30 de junio de 2012

Inti Raymi en el Resguardo Rumiyaku


En el Resguardo Rumiyaku de la Nación Yanakuna, ubicado en la Vereda Criollo de Pitalito (Huila, Colombia) tuvo lugar el pasado 24 de junio la celebración del Inti Raymi, luego de recibir a los caminantes que venían desde el territorio sagrado del Macizo Colombiano, donde numerosas lagunas dan vida a las más importantes vías fluviales del país. Desde las primeras horas del día 22, un poco más de un centenar de personas acudieron al llamado de la Madre Tierra para hacer pagamentos y vibrar al unísono con la energía armoniosa que se resiste ante los imperativos de la destrucción y del saqueo. Desde diversas naciones, acudieron los hermanos para purificar su camino y seguir tejiendo la palabra, recorrido que continúo hasta el día 26 a lo largo de un gran trecho del departamento del Huila.



En la ceremonia del día 24, además del encuentro con los compañeros caminantes y de escuchar el saludo de las diversas organizaciones sociales que se sumaron al llamado del tiempo de los soles y de los universos, el chasqui (hombre-puente, mensajero del saber ancestral) Pacha Kanchay, nos compartió palabra auspiciosa, buscando que cada uno se conectara con su memoria. Aprendimos que el Inti Raymi se sucede cuando el sol se acerca al corazón de los hombres y le habla... Es un encuentro con el sol, con la naturaleza, consigo mismo, con el otro, con los mayores, con los espíritus, con la comunidad... Una dádiva del sol, que no tiene sombra por ningún lado, que simplemente brilla y que nos invita a todos para que dejemos transparentar su poderío y nos graduemos con un pensamiento de vida. En fin, es un proceso para honrar y rehacer la vida.


En torno al abuelo fuego, recibimos el compendio de la información universal y aprendimos a asistir a los encuentros, a recibir los encuentros en nuestros corazones. 


Justamente, la magia de los encuentros también nos permitió recibir palabra de otras latitudes (en este caso, de la Nación Maya, a través del poeta Jorge Miguel Cocom Pech), la cual transmitimos a nuestro hermanos Yanakunas en la ceremonia del Inti Raymi, y ahora compartimos con todos los lectores de este blog:

                    Poemas de Jorge Miguel Cocom Pech 

LA SERPIENTE VEGETAL

La enredadera

cuando escala el tronco de un árbol,

pretende atrapar su alma.


Lo que ignora esta serpiente vegetal;

es que el alma de un árbol,

no está al interior de su corteza,

sino en el canto de los pájaros.


Fragmento del libro El despertar del alba.

NO QUIERO QUE MUERAN LAS LENGUAS DE LOS ABUELOS


Si no existieran flores, cantos y pájaros en los sueños,
si no existieran hombres que las graben en las venas del
                                          relámpago;
la lluvia
suelta crin de hirsutos cabellos transparentes,
enorme pestaña cristalina de los vientos,
sólo sería un sueño de agua en época de estiajes.

Pero la flor,
es agua que el árbol recoge del arco iris;
pero el canto,
es un murmullo que el viento le roba a los pájaros;
pero los pájaros,
son infinidad de hojas que se vuelven canto.

¿Qué es mi voz,
que apenas la oigo en la multitud de gruñidos metálicos?
¿En dónde quedó mi voz,
perdida en el laberinto de voces silenciadas?

Mi voz,
cuando busca el camino de los grandes santuarios,
cuando golpea la puerta de los palacios del gobierno,
ha dejado de ser callado silencio,
que no se arrodilla a la espera de mendrugos.

Mi voz,
la voz de mi pueblo,
la que ahora se expresa en las mantas
y marchas que molestan en las grandes ciudades:
es un desfile de hormigas con banderolas rojas,
es una protesta que blande metáforas en sus manos.
y está dispuesta a oír y a oírse,
más allá de sus reclamos acallados.

Mi voz,
voces de mil pájaros que abandonaron sus árboles,
es un conjuro en el crepitar de las estrellas,
anónimo registro de la edad de mis sueños,
calendario impreso en el rostro de una estela.

Mi voz,
me guste, o no guste a oídos ajenos,
es una puerta que se abre solícita para el diálogo.
Si molesta,
quisieran que acuda en busca de curas, vírgenes y falsos
                                   profetas,                                      
y bajo el dominio de cruces y sotanas,
y bajo el dominio de colores partidarios,
pretenden convertirla en estiércol de propaganda mercenaria.                                          

Mi voz,
si protesta,
repiten algunos periódicos,
a veces la tele, a veces la radio:
merece la cripta,
merece el epitafio,
merece el silencio de los camposantos.

Pero mi voz no nació para expresarse en quebranto:
está en la ternura de niño que escribe con pétalos,
está en el rostro del maíz que no se convierte en anciano,
está en la mujer india que rechaza el pan como mentira,
está en el indígena que no quiere una suerte de harapos,
esta en las lenguas nativas: dulces y profundas,
y es un himno camarada que convoca a la perpetuidad del diálogo.

No, no quiero que las lenguas de mis abuelos se mueran,
ni quiero para sus voces un sepulcro inmediato.
Quiero se que exprese en el color de mi vestuario,
en la vasija donde danzan el faisán y el  venado,
en la cestería, jardín privilegiado de mis manos,
en mis pies en donde salta la música de mi cuerpo,
en el metal de la orfebrería que atrapa las ocasos,
en las grecas de tinajas y cántaros sedientos
en los juguetes de madera y en las piñatas de colores,
en el papalote, pájaro sin canto, mensajero de mis sueños,
en los dibujos del petate que alojó el cuerpo de los abuelos,                                               
en la flauta de madera, voz primigenia de los pájaros,
y en el tambor, voz señera del corazón de mi selva devastada,
pulso donde laten los últimos pedazos de mi historia.

                                                     
                                                    Imagen del poeta Jorge Cocom Pech