domingo, 28 de octubre de 2012

El debut lírico de Omar Iván Garzón Pinto


Omar Iván Garzón Pinto es un poeta natural de Bogotá D.C. (Colombia); estudiante de Pedagogía y Ciencias Sociales, profesor y poeta. Actualmente es miembro de la Liga Latinoamericana de Artistas, así como editor y tallerista de la Fundación Andrés Barbosa Vivas en Colombia. En el 2011 publicó su primer  libro, Faro desnudo, en compañía del antropólogo y artista plástico Alonso Jiménez. 
Sin embargo, en el 2012, reeditó su libro con algunas adiciones, sin los dibujos de Alonso Jiménez y como producto de una iniciativa propia y singular, en la cual, cada lector se encargará de darle la carátula que quiera, pues ésta se encuentra totalmente en blanco, y en el interior del libro hay un inserto que invita para que cada uno diseñe su propia carátula, como un acto de apropiación luego de la lectura.
A Omar Iván lo conocí en el lanzamiento de la primera edición de su libro, y desde ese momento hemos coincidido en diversos espacios culturales. Hace un par de meses, me encargó la escritura del prólogo para la segunda edición de su libro y el siguiente es el resultado:


Como una hoja que cae…

“No hay un dolor que no llame”
Antonio Porchia

“¿En qué momento un brazo toma la forma de una hoja que cae” y se abalanza presuroso contra su propio hermano? ¿En qué momento cerramos los ojos ante la vida que juguetea con brío y sin afán? Sólo alcanzamos a constatar que el dolor nos envuelve, que todo se ha vuelto contra sí mismo, que la herida se ha hecho más profunda y que nos aproximamos al “colapso de agonías”. Dolorosos anuncios: los “ríos en duelo”, las “lágrimas con olor a ceniza”, la “guerra convertida en un hijo muerto”; en fin, la muerte como la más próxima realidad que nos circunda. Pero la poesía, como la misma muerte, nunca conoce los finales, y entonces, aferrado a esa certeza, el poeta emprende su camino.
Omar Iván Garzón ha presenciado el horror de un fuego que arrasa, que quema más allá de lo físico: las conciencias, que se precipita voraz sobre nuestros mejores días, que ha hecho de las pieles fronteras inamovibles, altares de la vanidad, celebraciones de lo falso. Quizás, por eso ha querido explorar las orillas del nihilismo: ante la antigua pregunta por la vida, se consuela sabiendo que lo único que no desea es repetirla.
Por fortuna, el poeta sabe conducir los atisbos de luz que aún quedan, y aferrarse a los instantes en que pudo hallar un buen puerto. Allí donde los encuentros embriagaban y saciaban, donde la pasión hacía su fiesta y los sabores recordaban lo inagotable. Fueron  momentos llenos de plenitud en los que, desde su refugio ilimitado, Omar Iván Garzón vio poblarse el horizonte de ensueños infantiles, cuando las “flores abiertas” fungían como cómplices de las “voces prohibidas”.
Pero no siempre una hoja que cae es anuncio de la sombra en los días estivales. Una hoja liberada del tronco que por años la había sujetado, puede reivindicar su dinámica aérea e iniciar un vuelo indetenible. Eso lo ha sabido reconocer el poeta al esculpir la palabra para que viaje en voz baja – pero con toda la potencia de un susurro – y busque las respuestas en las “nubes y los pétalos y los canarios cantando”.  
Una hoja que cae no olvida las profundidades que conoció cuando era árbol, sin embargo ha sabido pulir sus armaduras para luchar por la libertad, esa “prisión con las puertas abiertas”,  pues el poeta sabe que para alcanzarla no basta con nombrar la independencia; el abismo está afuera llamando, y es ahí donde comienza la verdadera lucha. No son suficientes las vías expeditas, el caminante sigue yendo desnudo hacia su faro.
Omar Ardila  



Bueno, y también me arriesgué a realizar mi propio diseño de carátula:


Y estos son algunos de los poemas del libro:

COSAS DE NIÑOS

Estuve en Alejandría.
Aprendí que el fuego quema conciencias
y no papeles.
Que el viento pasea cenizas de letras y voces.
Que el mar es testigo de lo que no sabemos
y una lanza nos mata todos los días.

Nos hacemos más fuego y menos gente.

NOCHE EN BOJAYÁ

Al sur del Darién
los hijos de la tierra
observan, respiran, se estremecen,
en una pequeña iglesia,
el miedo y la zozobra también.

Se quita el ministro los hábitos,
tiene la cara pálida y fría.
De pronto… ¡un estruendo infernal!
¡Decenas de voces
de mulatas como en parto
derrumban las paredes!

Fuego, lluvia;
Negros se vuelven los dientes,
de llanto se tiñe la brisa…

Una muñeca de trapo
en el altar…

Una puerta tendida en el suelo…

Lágrimas con olor a ceniza…

Arboles de selva húmeda…

Ríos en duelo…

Cuentan la historia
mientras llora un niño.


VITAL NIHIL

¿Qué puede ser la vida?
tal vez sea un llanto
un suspiro
un gemido
una caricia
una madre
ningún padre
un pantalón deshilado
y otro regalado
un par de medias: una roja y
otra rota
un libro sagrado
un dolor de muela
una primera esposa
tres amantes
dos mozas
una amiga íntima
un millón de estrellas
un eclipse
muchas navidades
(¿Qué diablos es la navidad?)
un primer amigo
un último amigo
tijeras en las muñecas
una cabuya
una lágrima en el ojo izquierdo
cien en el derecho
muchas mentiras
(en realidad, sólo una)
50.000 cervezas
+40.000 cigarrillos
+22.000 cerillos
mas una religión igual a un vicio.
Veneno en la venas
muchos libros
una milonga
un cartón de profesor
y otro de poeta.
Una sonrisa
42 países
9.000 kilómetros caminando
y 36.000 a caballo
un culo de acero
un barco
7 continenetes
un exilio
5 dedos en una mano
tres en la otra
14 onzas diarias de café colombiano
un gato gris
un chinchorro
una perla: Santa Marta
un sueño eterno
y un paseo en las nubes también eterno.

¿Ésta es la vida?

¡Menos mal no soy Hindú!