Para darle inicio a este homenaje póstumo, he cambiado la pregunta que se hacía el poeta Gustavo Adolfo Quesada Vanegas en su poema "Todos se mueren", el cual aparece en el libro Uno lleva su cuerpo, publicado por la editorial colombiana Común presencia editores en 2012. "¿Será la muerte / El hueco infame en la memoria?", era la pregunta con que cerraba este inolvidable poema, la cual, he decidido cambiar para darle un tono afirmativo, ahora que muy seguramente, el mismo Gustavo Adolfo, ha podido corroborarlo: La muerte es el hueco infame de la memoria. Aunque quizás, detrás de esta afirmación subyace una potencia que nos permitiría seguir haciendo volteretas a nuestro favor. Si la muerte halla un hueco en la memoria y se desliga de su infame acto que sería el olvido, entonces se nos abre una puerta para la resistencia ante la muerte que, como diría Sartre, es para los otros. Divagaciones, apenas...!!! pues lo que fundamentalmente me ocupa en este momento es el brindarle una despedida literaria a este creador, con el que no tuve una cercanía permanente (apenas sí hablamos en dos o tres ocasiones), sin embargo, su disponibilidad decidida para apoyar las causas en las que se reivindicaban las voces de los excluidos, no pasó desapercibida y me hice a la idea de que era uno de esos sujetos con los que se podía contar en los momentos en que era necesario levantar la voz. Lo recuerdo específicamente cuando, como firmante de la carta solidaria de los artistas para apoyar al pueblo palestino, que gestionamos desde Colombia, se hizo presente en el acto cultural que dio cierre a esta convocatoria y nos compartió varios de sus textos con el brillo en sus ojos y la contundencia de su palabra. Asimismo, lo recuerdo en las jornadas del gran paro del 2019, cuando alcanzamos a ilusionarnos con la potencia de esos cuerpos que se lanzaron a las calles con la certeza de que era necesario detenernos ante el automatismo para luego avanzar en las luchas.
Gustavo Adolfo Quesada fue también historiador, ensayista, narrador, docente, pero el eco (no infame) que aún resuena en mi memoria es el de la poesía, razón por la cual, los dejo con una selección de sus poemas. Sin duda, volver una y otra vez sobre ellos, es el mejor homenaje que podemos hacerle.
TODOS SE MUEREN
Tan sencillamente
Como pasar las
hojas de los libros
Me aquieto en mi
rincón
Me tomo el pulso
Me pregunto
¿Cuándo seré la
hoja
Que termina el
libro?
Pasan los días
Y sin embargo sigo
respirando
¿Será la muerte
El hueco infame de
la memoria?
ME ENCUENTRO MIDIENDO LA DISTANCIA
Acudo a tu mirada
Para saber cuánto
me falta
Todos los días la
peste asola una ciudad
Y mientras tanto
¿Tú cuentas las
gotas de rocío
En la ventana?
¿No sabes que nos
están cercando
Las montañas?
¿No has percibido
Que estos días son
más cortos?
¿No observas
Las sospechas
bailando en la ciudad?
Continúo midiendo
la distancia
UNOS LLEVA SU CUERPO
Lo estruja
Lo macera
Lo suaviza en
aromas
Lo templa en el
sol En la lluvia
A veces quisiera
Dejarlo abandonado
Pues se gasta el
infiel
Como se gastan las
camisas
Otro día lo
sublima
Para rozar muy
suavemente
Lo que anhela un
tenue roce
Pero entonces
¿Cómo hacer que
permanezca?
Por ejemplo ayer
Estuvo muy cerca
del delirio
Hoy el delirio se
acomoda
En un sitio de
añoranza
¿Dónde se llevan
los recuerdos
En qué lugar se
guardan?
El cuerpo los
lleva
Los transporta
Y se inclina en la
tarde la derrota
Uno lleva su
cuerpo
Quisiera abandonarlo
Cuando lo ve tan
corto
Tan gastado
Pero es tan dúctil
Tan buen
acompañante
QUE NO SE APAGUE ESTA LUZ
Atrás siempre
silencio
Hacia lo porvenir
siempre silencio
¿Nada más?
¿Y ese fluir del
aire?
¿Y la murmuración
del pulso?
Que no se apague
esta luz
Por lo demás que
empiece