Querida prisionera palestina encarcelada por defender su territorio:
Desde un remoto lugar en la parte norte de Suramérica, le escribe un amigo solidario con la lucha que ustedes han adelantado, motivo por el cual hoy les toca padecer el oprobioso encierro en una cárcel de sus propios invasores.
Sepan que en nuestro territorio, también hemos padecido un sinnúmero de agresiones y aunque el coloniaje que hoy padecemos no se manifieste de forma directa, sí ha logrado colonizar nuestro pensamiento y nuestras percepciones. Es por esta razón que nos sentirnos hermanados en la luchas de resistencia frente a todos aquellos sistemas autoritarios que nos agreden y nos limitan.
Con mi abrazo solidario, va este poema como una invitación para no claudicar:
Proclama
Aunque caigan las tinieblas sobre nuestros ojos cansados de aventurarse en el laberinto de la luz, y aunque la palabra no alcance a nombrar toda la rabia amparada en el silencio, no vamos a callar ante las voces que enmascaran cadenas y fusiles.
Quizás, el eco de nuestros gritos en la diáspora, vuelva como una bala y nos enseñe el interior de un ataúd.
Sin embargo, prometemos no ser buenos difuntos;
pronto asfixiaremos a la muerte con gritos libertarios y volveremos en los resquicios del viento para abrirle nuevos caminos a la materia.
Rotas las tablas de la ley
¡Todo vuelve a ser AGITACIÓN!
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