¿Dónde habitar en este tiempo preñado de incertidumbre? ¿Dónde establecer una morada que pueda, a la vez, ser refugio y espacio para la revelación? ¿Cómo asir ese instante en el que la existencia devino afecto puro o quizás máxima agitación? Seguramente, Damián Lamanna no ha dejado de indagar, una y otra vez, en las enmarañadas superficies que estos interrogantes nos proponen, y tal vez, las preguntas se hayan arraigado tanto que solo alcance a vislumbrar un presagio, un atisbo de certeza que reside en la memoria, tal como nos lo afirma en su poemario "Propiedad horizontal", publicado por añosluz (Argentina, 2016).
Recorrer la casa (su construcción más íntima) y auscultarla; sincronizar los pasos propios con ese latido que aún pervive, alienta y dignifica; esa es la ruta que Damián nos enseña con sutileza y armonía, y claro, con gran desgarramiento, porque en estos países que nos han sido dados, la memoria ha dejado de ser esa potencia que alimenta y se ha tenido que resignar con el confinamiento al que la han entregado aquellos, cuyas vidas solamente son dignas del ocultamiento.
Por fortuna, en este poemario habita el poderío de una voz joven que sabe apelar a su potencia para decirnos sin claudicar que "las imágenes siguen gritando hasta encender las luces". Finalmente, al poeta sólo le queda una certeza (aunque puede ser no más que una pregunta por naturaleza indescifrable): que él es su propia casa (su propio vértigo) y que en ella nunca viene a aposentarse el vacío.
Comparto algunos de los poemas que conforman este libro:
2
porque nos encerramos entre columnas de polvo
y tememos a la luz
porque escondemos el sentido
con ojos de pared sucia
el caos muere en la palabra
marchamos al fondo
rodillas en la nuca
baba sangre tibia
calamos el viento sin huesos
y naufraga
la pregunta
8 / retroceder lleva el doble de años
desentrañar el hilo
cada vuelta hasta que el ovillo
aparezca latiendo
la montaña nace, se reproduce y muere
en mi cabeza, el recorrido del fuego
termina en una estrella esférica
con las ramas llenas de pájaros
el ovillo respira en la mesa
y hay que sanar lo que quedó
de los descuidos
sobrevive
un túnel oscuro y tibio
para que entre el agua luminosa
12 / paredes
los clavos dejaron
constelaciones en el cuarto
agujeros negros que despiertan
la familia
donde habito
si no los tapo
la casa podría llenarse
de sangre, toda esa gente
que no termina de irse
18
hablo dormido cada noche
hablo con todos ellos
que bajan desde las montañas
para habitar mi patio, después de la guerra
me dedico a juntar los hijos regados por el piso
el miedo a que en nuestra ausencia crezcan
hay un rumor que transpira
se baña cantando, llena la cañería
me arranca la ropa
mientras incendio el desayuno
21
en qué se convertirá tanto futuro
la humedad de los ojos frente al durlock
que mancha los libros
con todo lo que hay afuera
armar una casa para invitarte
y que no vengas
porque va a seguir siendo peligrosa
Imágenes tomadas de la circulación libre en la red
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