Hálito y Rumbo
Autor: Santiago López Triana
Senderos editores,
2013
Hálito y rumbo es uno de esos curiosos libros escrito por un poeta
joven, pues al momento de ser publicado, el autor apenas se aproximaba a los
veinte años. Y cuando digo curioso no me refiero a que tenga ciertas
excentricidades tan notorias que terminen robándole la fuerza a la voz poética;
lo que lo hace particular es la continua evocación del pasado, como si ya la
vida estuviera en retirada. Esa observación que un lector corriente puede
percibir de entrada, luego empieza a desvanecerse cuando se tiene la suerte de
conocer al autor (Santiago López Triana) y enterarse de su vocación nómada
desde muy temprana edad. Luego de publicar el libro, emprende un recorrido por el Sur del continente americano, donde pudo corroborar lo que ya había vislumbrado: “el
exilio y el llamado del desierto”, y donde también aprendió a “mantenerse mudo
para recordar” y así mirar sin ambages a la infancia
“como esa cicatriz sinuosa”.
Y en medio de esa constante evocación van surgiendo
las preguntas (esas que quizás nunca dejen de acompañar al poeta) que no buscan eco en la profundidad, sino que optan por el esbozo, por el tránsito en los bordes, por
el pensamiento de sí, pero desde el afuera. Antes que las certezas, a Santiago
López le preocupa aprender a escuchar para no olvidar de qué estamos hechos. Tampoco
le teme al desprendimiento de sí, más bien mira las sucesivas muertes como una
realidad que en cierta forma nos iguala. Y en este punto, recurre a la potente
figura del espejo, que le sirve para confirmar el despojo, pues sabe que la
imagen del espejo no devuelve lo idéntico, sino que transfigura el espacio y el
sujeto.
Los invito, entonces, a dejarse acompañar por la voz de
este poeta que, seguramente, le traerá gratas sorpresas a las letras
colombianas.
Carta
A Alejandro Barguil
Ahora que vengan
Que se nos vengan
pues las canas encima
Poeta
Que se nos queden
los días congelados en los ojos
Y que se nos vayan
pudriendo las venas con sus peces neurálgicos
Que se nos llene el
rostro de arrugas
Para cargar en
esos pliegues infinitos
La polvareda fosforescente del pasado
Que vengan los
viajes a quitarte tu lengua materna
Y que encuentres
todo eso que buscas
Si es que lo buscas
Una vez abajo del trasatlántico
El receptáculo de
carne curvilínea para todas tus esperanzas
Para tus miedos
infantiles
Y las cicatrices
que nos va dejando una vida sin heroísmos
Tu búsqueda
Y es que vas
palpando por ahí el infinito
Con los ojos
cerrados y las venas abiertas
Ya sé que no
sangras esta sangre roja y espesa
Pero vas sangrando
la calle y tus palabras y tus cuadernos
Con esa sangre
cósmica que corre por el espacio entre las estrellas
Y será siempre
infinitamente más vieja
Levántate entonces
adalid de tus tristezas
Y que se te
quiebren los arreboles en el rostro
Y que atravieses
el cielo en esos pájaros de hierro
Para continuar
siguiendo esa brújula sin Norte
Si
acaso hubiera uno
Me refiero a un
Norte
Sería sólo una
parte disociada de ti mismo
Un sueño que eres
tú mismo y tu ser por realizarse
La idealización de
ese propio futuro
Que se va oxidando
en pasado con cada paso y con cada palabra
De la metafísica
de esa lágrima que no cae vas formando una imagen
Ese algo aún sin
nombre
Esa figura
protofísica
Esa imagen de
ciego que antes que imagen
Es puro color y agua
Y no ese rostro
que buscas proyectado fuera de ti mismo
Que te despoje de
una vez por todas
De esa caverna de
gramática maternal
Matenidad gramatical
De esa conciencia
comunal triste y sucia
Y te lleve a otras
Y otras y otras
***
Te hablo a veces
de cómo van las cosas
Entiéndase Las
Cosas como el infinito que se nos quiebra ahí en pleno pecho
Como las
reverberaciones a través de la vida de esa infancia temprana
Te hablo a veces
de cómo van las cosas
Entiéndanse Las
Cosas como ese motor primigenio
Como eso que estoy
intentando poner en palabras
Y es en realidad
puro instante reventando al recuerdo
Podría llamarlas
mujer
Podría llamarla
por ese nombre que hoy le pertenece
Pero ha tenido
tantos
Y ha tenido tantos
rostros y tantos cuerpos
Porque es la luz
misma
El relámpago que
amalgama cristales en la arena
Y nos va dibujando
una ruta difusa
Asidos a la estela
de sus pasos
¿Pero qué buscas
poeta?
¿Qué es lo que
buscas escrutando en las tinieblas?
Lo que yo encontré
es algo así como eso mismo que supongo que buscas
Pero tan otra cosa
Tan otra mujer con
otro nombre y otros sueños vivos en la raíz de sus cabellos
Ausencia hermosa y
continua de futuro
Porque el presente
se va lloviendo para siempre sobre este maremoto
Y nos ponemos
entonces a hacer literatura de lo que no necesitó jamás
Sit tibi terra levis
Morirás un día y
vendrán los gusanos
Morirás un día y
tu cuerpo y tu juventud
Serán pura ceniza blanca o carne hinchada
Morirás un día y
lloverá la noche toda
Repetirán los
árboles tu nombre táctil en el viento
Se levantarán los
pájaros como para arrastrar tus palabras por el mundo
El mar callará sus
olas en las costas
De una vez por
todas
Y la luna
repartirá los anillos de médano
Palpitarán ciegas
las luciérnagas como los ojos de la selva infinita
Para incendiar las
altas hojas de la ceiba y que amanezca nuevamente
Morirás un día y
esa noche durará muchas noches
Morirás un día y
el rosicler surgirá de las luciérnagas que penden de las nubes
De esas formas que
han dejado de resignarse a las tinieblas
Y atraviesan el
aire queriendo darle un nombre
Se repetirá la
cadencia la cadencia de tus manos
En los juegos de
la luz o del azar
En las
inmediaciones de las aguas obscuras
Alguien más
caminará tus pasos
Alguien más invocará
tu cuerpo
Alguien más verá
el abismo como sólo tú lo viste
Alguien más
prometerá en el alba con esas mismas palabras
Y llorará esas
mismas lágrimas que tú lloraste
Y se levantará del
sueño queriendo encontrarte
Poética
Y si la realidad
Es tan sólo el
sonido
De unos pasos
presurosos que atraviesan el desierto helado
Y anticipan la
ágil y esperada tormenta
Y si la realidad
Es tan sólo el
cadáver
El recuerdo
incompleto de un sueño intranquilo
O el desoído río
que repta entre la selva buscando la catástrofe
Henchido de viejas
lluvias y recientes cadáveres
Y si la realidad
Es tan sólo ese
momento
En que el claro
del bosque se ilumina con una luz desconocida
(Tan sólo un
momento)
Y los ciegos
musgos se irisan en sus piedras
Y si la realidad
es un espejo de agua
Que nos sea
entonces perceptible
La propia gravedad
de la palabra
“¡Ay, destino! ¿A dónde te has
marchado?”
A dónde se nos ha
fugado la voz
Perseguimos estos
mismos ecos desde siempre
Rasgando el aire
Creyendo que
vencemos al tiempo
A qué tierra
seremos arrastrados por estos pies descalzos
Dejando en la
arena las marcas de la sangre
Dibujando el
camino para otros viajeros perdidos
A dónde se nos ha
fugado la voz
Ahora somos muchos
los de los pies hinchados
Muchos recorriendo
las sendas del exilio
A dónde se nos fue
la sangre
Habremos heredado
una humareda que nos cubra los ojos
Una profunda
herida cenital en medio de la carne
A dónde se me irá
la voz
Que ya mi grito no
alcanza
A dónde se me irá
la voz
Que tengo que
inventar este ejército de fantasmas
Que me acompañen
También solos
En esta noche de
mundo
A dónde se me irá
la voz
Que se ha hecho
necesario al fin
El plural para
andar en el desierto
Santiago López Triana
(Bogotá, 1994)
Poeta y editor. Desde hace algunos años acompaña el proceso de siembra y permacultura en la finca Las Raíces (Sopó, Cundinamarca). Funda y edita entre 2011 y 2013, la revista Aneurisma. En el 2012 publica Cuántos bombillos nos durará el relámpago. En 2014 comienza un viaje por Suramérica, abandonando los estudios de Filología Clásica en la Universidad Nacional. Regresa a Colombia en 2015, donde funda la editorial Pie de monte.
Santiago López Triana
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