Proemio
Me
complace presentar el primer volumen de los Cuadernos Laboyanos de Literatura y
contribuir con ello, al rescate de las voces que desde el sur del Huila han
aportado al enriquecimiento de las letras nacionales. Agradezco la invitación
que me hicieron para seleccionar y presentar la obra del poeta Ángel Sierra
Basto, seudónimo del laboyano Víctor Manuel Cortés Vargas, quien no solo se
dedicó a la escritura de poesía, sino que también se desempeñó como gestor
cultural y cívico, columnista, narrador y asesor jurídico y político.
Dimensiones,
editado en 1963 por INTERCOL, talleres de la Imprenta Departamental del Huila,
fue el único libro que se publicó en vida del poeta, sin embargo, un buen
número de sus otras creaciones líricas fueron difundidas en revistas,
periódicos, antologías y, póstumamente, recogidas por la hija y el nieto del
poeta, Inés del Rosario Cortés Rincón y Andrés Óliver Ucrós y Licht, en el
libro Vida y obra del poeta papelípola Ángel Sierra Basto – Xenias &
Apophoretas de Menein Laos (2021). Este último es el que utilicé para hacer
la presente selección poética, aunque no seguí la estructura que los autores elaboraron,
sino que dividí el libro en dos partes: en la primera, se encuentran los poemas
del libro Dimensiones y en la segunda, los demás textos que fueron
publicados a lo largo de la vida del poeta y los que quedaron como inéditos,
que se recogen en la obra póstuma, citada anteriormente.
Junto
a los Papelípolas, el importante grupo de vanguardia literaria que surgió en el
Huila a finales de la década de los cincuenta del pasado siglo, en sus noches
de bohemia y ensueño, conoció y se dejó imbuir por las voces de clásicos,
modernistas, autores malditos y algunos vanguardistas de Latinoamérica. Sin
duda, el haber hecho parte de los Papelípolas le abrió el mundo en perspectiva
creadora para poder desplegar las múltiples inquietudes, que ya lo acompañaban
desde los primeros años de su juventud. Por medio de la poesía quiso encontrar
equilibrio frente a las múltiples inquietudes filosóficas, místicas y
científicas que lo invadían, así como consuelo ante la soledad angustiosa, la
desadaptación y la rebeldía, que de a poco se fueron manifestando.
Entre
su producción poética se pueden encontrar textos con un tono escéptico y a la
vez crítico; reflexivos y cuestionadores de la cotidiana realidad, a la que
responde con la creación de otros ambientes, en los que aflora su novedoso
universo poético. Hay horas como pulpos, Nesciencia y La
verdad metastable, son poemas que sorprenden por su certera declaración de
extrañeza en el mundo: se siente como un “enano cefalópodo” angustiado por el
paso de las horas, que avanza “tremante de espasmos, por caminos ignotos” y se
deleita optando por una “conducta de ´mala fe absoluta´ para cumplir con su propósito de
“nihilizar lo básico de toda realidad”.
Por otra parte, en poemas como Noesis
y Este árbol, da cuenta de su inquieta búsqueda espiritual desde su temprana juventud en las selvas colombianas hasta el
encuentro presentido con el oriente, donde posee un palacio, dialoga con
sultanes, estudia con fervor el Korán y cumple sus obligaciones
religiosas en la Kaaba. Pero las historias de esas inolvidables noches, con
vinos espumosos y elixires opiáceos, lo van llevando al agotamiento, al punto
que se dispone para el despojo continuo según los principios del Buda.
La
inquietud ante la muerte es otro de los temas capitales en su obra, ya esbozado
en su libro Dimensiones y profundizado en los últimos poemas, donde se
prepara para el encuentro con la Nada y se va despidiendo de sus amigos, de su
esposa y de sus lugares amados. Ante la muerte se muestra inquieto, sin
embargo, exhibe con convicción las certezas que le ha dado la vida. Ahora es
consciente de la finitud del ser, pero sabe que deja el legado de su palabra y
que aún quedan los paisajes, siempre amables, que lo han extasiado y ha podido
compartir con quienes aún tienen tiempo para contemplarlos. Y aunque parece
experimentar cierto desdén por la partida, no olvida que en “la alegre danza de
la despedida” también hay “una triste evocación de la alegría”.
Un aspecto importante que también está presente en la obra de Ángel Sierra Basto, es su juicioso trabajo con el lenguaje. Por un lado, hay una exploración que evoca composiciones medievales, como sucede en el poema Rimas Rúnicas, estableciendo un recorrido por el alfabeto y dedicándole un verso a cada palabra: “Álgido amor, ascidio, astrolabiado / (…) labio libelular, lengua lasciva”. Esta búsqueda lo acerca, en cierta forma, a las exploraciones de León de Greiff y lo ubica en la vanguardia literaria de los años sesenta. Por otra parte, apela constantemente al uso de un rico léxico, erudito en muchos casos, con complejos términos de lenguajes científicos, mitológicos o filosóficos. Asimismo, gusta de otorgarle nuevas funciones a las palabras, como verbalizaciones de sustantivos o nominalizaciones de verbos.
Finalmente, quiero destacar el permanente vínculo con el territorio huilense, que está presente a lo largo de toda su obra lírica. Estos poemas son recogidos en la edición póstuma de 2021, bajo el acertado nombre de Geografía poética de mi tierra. Son poemas que exaltan las virtudes de un territorio, que evocan con nostalgia esos momentos en que el asombro y la contemplación lo impregnaron de vitalidad y ensueños, y que lo invitan constantemente a regresar a la tierra de alegrías, su amada Laboyos, “donde se bebe miel sobre los pétalos / con frenesí de esencia de las horas / y una embriaguez de frutos en la sombra”.
Omar
Ardila, 2025
Los dejo con tres poemas que hacen parte de la antología:
La realidad de enano cefalópodo
mimetizada su virtud cobarde.
Allí donde la playa es más amena
hinca el pico ganchudo, con
alarde;
vomita fango pútrido, envenena,
y valida mi tesis con su insulto:
Hay horas como pulpos.
Hay horas como pulpos,
como los pulpos que venció Girard
bajo la roca de
‘quien-duerme-muere’.
Horas del angustioso resbalar
por las ciegas callejas de
Spleen.
Hay horas como pulpos
con lascivos tentáculos de envidia.
Relajada se encuentra toda fibra
de la mano de Dios, que se apretaba
sobre el volante rojo del propio
corazón.
No se encuentra su rostro en la
derrota
ni presta fuerzas al vivir
cansancio;
con su propia intuición,
sabe la vida a lúpulo:
Hay horas como pulpos.
El agua clara de la propia vida
con colorantes fétidos se tiñe.
Es el cansancio laxitud del alma
y es ira, y es fastidio y es
dolor.
Abraza el hectocótilo de valvas
del amigo traidor en el saludo
y hay horas como pulpos.
Horas con todo el equilibrio
roto,
Dios escondido y Cristo más remoto.
Es el día en que ataca el
cefalópodo,
es el obrar pegado con la duda
y el homicidio del que a nadie
culpo
si no sabe esperar cual manda
Buda
porque existen las horas como pulpos.
Este árbol
pertenece a los mágicos cuentos
del sultán que
mataba, cada noche una esposa,
es carente de
brazos en que enreden los vientos
y en la melancolía
tibiamente reposan.
Entre las verdes
cintas que forman su follaje
no se hospedaron
duendes ni laureles ni flores;
pero sí los
nidales de azul sietecolores
y en el verdor del
cono hallaron su hospedaje.
Como una nave
cósmica el árbol se levanta
y su corteza tiene
la droga del dolor;
y sus cintillas
verdes lloran pero no cantan
-parece que
encarnaran lo triste de un amor-.
Frente al parral
que adorna mi casa campesina
tres corpulentos
sauces se disparan al cielo.
En su quieta
tristeza el sol los ilumina:
Hieráticos
guardianes de sueños y anhelos.
Quiero que el
sauce triste mi sepultura guarde,
que su inmensa
nostalgia sea el símbolo que diga:
que transité el
camino hasta entrada la tarde
y me fui sin
deberle cosa alguna a la vida.
Y deseo regresar
hacia Laboyos
en mi busca del
ritmo de la vida
porque la luz y
sombra anhelo fueron
y amo la flor en
fruto y la semilla.
Porque quiero un
remanso de guaduales
y las aguas con
ámbar diluido
y la unidad del
río con el paisaje
y el cielo en mis
poemas presentido.
Porque busco de
amigo al artesano,
al ebanista, al
dueño de la tienda,
al del chircal, al
jornalero raso
y al que enseña
los potros a la rienda.
Porque admiro al
labriego en su parcela
y la alfarera
modelando el cántaro,
al curtidor de
pieles, al vaquero
y lavanderas de
flexible brazo.
Porque me hastié
de ceremonia y rito
de inclinación y
de rendir ofrenda
y comprendí que
sólo en Pitalito
la dignidad humana
vive enhiesta.
Regresar a la
tierra de alegrías
donde se bebe miel
sobre los pétalos
con frenesí de
esencia de las horas
y una embriaguez
de frutos en la sombra.
* * *
La canción del amor
viene al oído
saliendo de las
razas campesinas
y se apaga la sed
de los sentidos
con sólo retozar
en las colinas.
Regresar hacia el
aire con perfumes
y el familiar
abrazo de los ríos
donde el color
desde el jardín fluye
y es la floresta
de colmena y trino.
Y es cumplir las
palabras de Mahoma
abandonado al
laboyano hechizo,
vivir entre
belleza, paz y aroma
¡sin salir otra
vez del paraíso!
Ángel Sierra Basto
Ángel Sierra Basto,
seudónimo de Víctor Manuel Cortes Vargas, nació en Pitalito en 1923 y falleció
en Neiva en 1992. Fue poeta, narrador, asesor jurídico, político, periodista,
minero y gestor cultural y cívico. Hizo parte del grupo literario y cultural
Los Papelípolas, fundado en el Huila hacia 1958 e integrado, además, por
Gustavo Andrade Rivera, Rubén Morales, Luis Ernesto Luna, Darío Silva Silva y
Julián Polanía Pérez.
Ejerció diversos cargos
públicos, entre los que se destacan: alcalde de Gigante, juez civil del
circuito en Pitalito y Florencia, concejal de Neiva, secretario de la Asamblea
Departamental del Huila, secretario privado de la presidencia del Senado, director administrativo y financiero de
la oficina de juicios fiscales de la Contraloría General de la
República en Neiva, inspector de trabajo y jefe de personal de
obras públicas del Huila.
En 1960 organizó
el Archivo Departamental del Huila y en 1962 ayudó en la creación de la
Fundación Jorge Eliécer Gaitán y la Asociación Centro Recreacional Popular Club
Cívico del Huila.
Publicó en 1963 el libro Dimensiones. Algunos de sus otros poemas se divulgaron en revistas y en diversas antologías. Su obra completa fue compilada y editada póstumamente por la hija y el nieto del poeta, Inés del Rosario Cortés Rincón y Andrés Óliver Ucrós y Licht, bajo el título Vida y obra del poeta papelípola Ángel Sierra Basto – Xenias & Apophoretas de Menein Laos (2021). También fue columnista en el semanario El Debate y en el Diario del Huila.
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