miércoles, 21 de abril de 2010

Alas del viaje en un instante 4




EL VIAJE

“¡Oh, alegría!...Mi abismo habla.
¡He vuelto hacia la luz mi última profundidad!”

Friedrich Nietzsche


XXII

Voy juntando raíces con raíces de otros
en el vientre de la tierra.

Una alquimia impoluta
impregna los deseos.

El silencio aguarda
con un vuelo pausado de imágenes.

La simiente brota en el silencio
y alimenta los campos.

Espero el nuevo viaje
...hacia el centro del instante.


XXIII

Conozco el vivir,
aunque esté muerto desde siempre.

Preparo el paso
hacia la inmortalidad del caos musical.

Aguardo la abrasiva sombra,
en la solitaria calle de los sepulcros.


XXIV

El sentido,
aparece como esencia.

La magia,
ausculta el sentido.

La verdad,
duda de sí misma.

…Y el discurrir,
continúa olvidando el sentido.


XXV

Recobra impulso la palabra
para volverse a verter
sobre el cuerpo olvidado.

Regresa el castigo de la ausencia
para los días iguales.

Un largo delirio
inmoviliza los sucesivos intentos.

Es preciso salir
con las manos en alto
y sobre ellas,
un altavoz
que traduzca los silencios.


XXVI


Estoy detenido en una isla
que le teme al océano.
Me acompañan los fantasmas terrestres
que nunca han salido de viaje.
Todos los caminos me abren las puertas,
pero tengo miedo de mí mismo.
Busco la profundidad de las formas
en cada movimiento,
y nada consigo.

Tampoco,
logro asir el tiempo
con los números,
que no sé dónde existen.

Continúo partiendo
sin saber hacia dónde.

Aferrado a la inconsciencia
que no me deja morir,

¡aunque esté muerto!.


XXVII

Voy a un encuentro…

¿Con la prolongación de mi sombra?
¿Con el deseo reprimido?
¿Con la voz vertida hacia dentro?
¿Con el reflejo de mis ojos?
¿Con la brecha sembrada por mi esperma?
¿Con la fisura de mi única palabra?

¿Con el número?
¿Con lo inexacto?
¿Con la pureza?
¿Con el sonido?
¿Con lo silente?
¿Con la armonía?

¿Con el guerrero que enaltece el campo de batalla?
¿Con la voz que clama en el desierto?
¿Con el antepasado más cercano?
¿Con la materia socavada por su ausencia?
¿Con el presagio de que sigue un mañana?
¿Con la seguridad de ir a un encuentro?

No logro descifrarlo.
Sin embargo,
sigo yendo al encuentro.


XXVIII


Reposo en el diván de la planta sagrada.
La tarde
presiente el acecho de la noche.

Unas manos danzan
con movimientos circulares,
sobre el espacio visual
de la inquieta pupila.

Una cruz,
un mantra,
un tambor...

-- El toque del Chamán --.

El silencio espera.
Y una súbita aspiración aparece en la memoria:

¡Volverse inmortal y morirse!.


XXIX

Es el día señalado por el cruce de vientos
en la cima de la montaña.
El sol alcanza su máxima altura.
Bruscas sombras invaden
el escenario mental del guerrero
que inspecciona el abismo.
Alegría y nostalgia le acompañan,
-- a la diestra y a la siniestra --.
El inicio de la acción impecable
está a la vista.
Y los pasos seguros
olvidan la rutina de la calle.

El chamán inicia la aspersión,
el cuerpo, ahora es
de jaguar,
de pantera,
de águila.

La naturaleza humana
vierte sus atributos
en una danza libertaria.

Aparecen las alas que conocen los caminos.

¡La batalla contra la razón
ha comenzado!

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